jueves, 18 de octubre de 2007

Como siempre: iluso

Aquella tarde estaba sentado en un banca simple y fútil, tentando que alguna aventura, suceso, algo que pasara por mis ojos y me diera una pizca de creatividad para poder realizar un cuento. Alguna historia que impugnara mis dedos y se impregne en el papel; pero, como siempre, no pasó nada en aquella calle y en esa tarde triste y ya un poco ardiente.

Me levanté devastado de esa banca terrible, y caminé como no lo hice en mucho tiempo. Caminé por toda la avenida Wilson, Arequipa, llegué a Miraflores (donde vi el mar), atisbé Barranco y rememoré viejos amigos y amores, viejas aventurillas joviales y lozanas. Me senté en una banca de la plaza de Barranco y mis pies me mataban. Vi niños, familias, parejas, escolares y se me vino a la mente una idea: Qué tanto pensarán sobre sus vidas aquellas personas como lo estoy haciendo ahora.

Más adelantes a sólo unos pasos de la banca donde yo estaba sentado, un tipo suspiraba con la mirada hacia el suelo. Porfín pude ir al paradero más cercano y tomar el micro que me llevaría a mi hogar.