jueves, 29 de noviembre de 2007

Permítame presentarme...

Permítame presentarme, dijo el tipo sentado a mi lado con su ojos de miedo y su boca de nieve. Cómo no, le respondí, esperando que su paradero sea la siguiente cuadra. Pues bien, me dijo atontado, mi paradero es la siguiente cuadra, así que hagame el favor de presentarse.

Mi nombre es Samith Farach Vela, y eso que no le digo mi segundo nombre para no alargar más la conversación.

El tipo se paró, cogió un libro antiquísimo e hizo una reverencia: Mi nombre es Julio, Julio Cortázar.

Se levantó de su asiento y se acomodó en los sitios posteriores, seguro esperando que mi paradero sea la siguiente cuadra.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Reuniones matutinas

Relato que nació de aquellas personas
que, misteriosamente, se reunían en el lugar
mencionado en este cuento.

-Ya van a hacer las 8 y ni se presta a aparecer.
-Es extraño en Farach, siempre viene temprano porque vive cerca. ¿Qué le habrá sucedido?

La mañana recién empezaba; por aquel lugar se sentía una tierna y refrescante brisa típica de lugares cercanos al mar. El grupo yacía acodado en la baranda de siempre, sólo una parte de la inmensa que bordea a la vía expresa, éstos se encuentran frente al hotel Scorpio, al lado derecho del grupo se podía observar el comienzo de la gran vía, el distrito de Barranco, lugar donde pasaron gran parte de su niñez y adolescencia. Del lado izquierdo se divisaba la interminable vía expresa; detrás, otra masa interminable, el mar, acompañado por el circuito de playas e innumerables edificios eran las fronteras de esta caterva. El motivo por el cual se citaban todas las mañanas en ese lugar era un misterio, sólo se sabía que era conformado por 10 personas.

-Oye Pacheco, ¿Qué hora es?
-8:15
-Mie..... Ese payaso ya debería estar acá, esto nunca había sucedido en nuestra empresa. ¡NUNCA! ¡NOS MERECE UNA EXPLICACIÓN!
-Tranquilo Salcedo, te lo tomas muy en serio -acotó Donaire-. Tú sabes que ese pata no es falla, ya vendrá, si quieres lo llamó a su celular.
-Las reglas son claras -Tantaleán hablaba mientras se restriega los ojos-. No necesitamos llamarlo, él sabe que si no cumple las reglas no merece estar en el grupo.
-Ya pues Salcedo, comienza de una vez la reunión, creo que Farach ha claudicado -todos miraron a Ampuero con rostros pasmosos-.
-Ja, ja, ja. “Claudicado” -Vásquez no se podía contener-. Y tú desde cuándo con ese vocabulario ¿eh Nero? Parece que quieres tomar el puesto de Farach.
-Ya cállate Loco. Como dice el Nero, tenemos que comenzar esta reunión, esté Farach o no -mientras Salcedo hablaba se iba apoderando del centro del montón-. Bueno, bueno; el primer punto que tocaremos, será...

***

La alarma en mi cuarto hace un ruido increíblemente enérgico y molesto con el único fin de levantarme para la reunión de hoy; pero su cometido no se cumplió a cabalidad: yo ya estaba despierto. Justo en el instante que comenzó a sonar la alarma, pensé en lo inútil en que se había convertido esa advertencia; en los últimos 2 años, este sonido era siempre el inicio de un nuevo día, un día soso que era precedido por esta tertulia inútil en la que me había integrado como si sólo hubiera sido un triste y mordaz juego; pero, al lapso de pocos meses, se convirtió en algo parecido a una sesión religiosa, un rito fúnebre que ya nos tenía amarrados de por vida. Yo no quiero seguir así, no quiero estar perdiendo el tiempo en estupicedes, sintiéndome como un payaso, cuando ellos me hacían sentir como el intelectual del grupo. ¿Si este grupo no tiene ni una pizca de intelectualidad? Se pasan toda la maldita mañana discutiendo sobre temas banales, increíblemente inverosímiles, triviales, y que llegan hasta el límite del enloquecimiento. ¿Qué se han creído? Esta bien que hayamos tenido gratos momentos en el colegio y que seamos amigos de por vida; sin embargo, ¿Llevar con nosotros, como cadenas, este congreso por toda nuestra existencia? Esto tiene que acabar de una vez. Tengo derecho a liberarme y escribir mi vida como mejor me plazca. Son las 8:30 a.m., iré para ponerle fin a esta indeterminada causa.

***

-¿Cuál habrá sido la causa de la desertación de Farach? -Pacheco dirigía la mirada hacía el ancho mar-.
-Yo nunca lo vi completamente integrado al grupo -en el rostro de Segura se veía una expresión de molestia-, sólo aceptó por las súplicas incesantes de Salcedo.

Del Carpio interrumpía de forma agresiva: –No entiendo por qué quieren depender tanto de Farach, ni que fuera él quien haya propiciado esta agrupación-. Guiño, quien estaba a su lado, asentía con la cabeza de forma continua, con mucha seguridad; pero en sus expresiones faciales y en su mirada mostraban una gran preocupación.
-Desde que ingresó a la universidad a cambiado demasiado; yo hablaba mucho con él cuando todavía no lo había logrado y se mostraba muy decidido en que ese sería el camino que seguiría.
- ¡NO!, esa no es una excusa para faltar a la palabra del grupo -Salcedo ya no podía controlarse-, él se comprometió de palabra a estar con nosotros, fue una promesa que realizamos el último día de clases; que pase lo que pase estaríamos unidos.
-Parece que esto del grupo no era la mejor opción -mientras decía estas últimas palabras Donaire miraba de reojo a Salcedo y éste le lanzaba una mirada penetrante e hiriente-. Creo sinceramente que Farach se ha dado cuenta de esto.

Los ánimos en la comuna estaban muy exacerbados. La reunión se había detenido por algún tiempo y en lugar de revisar las tareas que quedaron pendientes, todo se centró al tema de la salida de Farach de la agrupación. En los 2 años que tenía ésta de formada no había sucedido tal interrupción de actividades. Todo giraba en torno a las diligencias: las normas, los fines, la misión y visión, hasta la misma existencia del sindicato. Un tropiezo en la verificación de las tareas de la compañía era un paso que no se podía restablecer de forma fácil.

***

Aun me parece inverosímil el haber aceptado estar en el grupo y más aun el haber soportado ese tiempo ahí, realizando esas tontas tareas que tenía el mal rótulo de “ayuda para mejorar el distrito”. Que necedad, que pérdida total del tiempo. Hasta ahora me pregunto cómo fue qué llegué a ingresar a la universidad si mi prioridad eran esas reuniones matutinas. Lo único que le agradezco al grupo fue, que el constante contacto con la sociedad, con su formación, sus necesidades fue lo que me decidió a escoger mi carrera. Es lo único por lo que le puedo dar crédito a esas organizadas chácharas, aunque este punto suene muy personalista o egocentrista, sinceramente es lo único bueno que ha hecho la empresa. Hoy definitivamente renunciaré al grupo, he estado callado por mucho tiempo, queriendo hacerles entender que esas actividades estaban equivocadas, que si verdaderamente queríamos apoyar a nuestra comunidad, deberíamos realizar otro tipo de intervención. No esas tonterías que planeaban Salcedo y los demás.


***

- No me vengas a hablar estupideces como siempre Donaire.-Salcedo tomó su mochila y buscaba algún objeto con desesperación -esto se acabó, llamaré a Farach y lo expulsaré del grupo.
- Pero no hay necesidad de eso. Con este acto Farach ha presentado su carta de renuncia de forma tácita. -Tantalean se mostraba sereno, era el más sereno del grupo.
- Yo hablaré con él –digo Pacheco- le diré que está fuera.
- Más bien vayamos buscándole un reemplazo, qué tal si llamamos a Rondinelli, él podría estar de acuerdo–. Ampuero buscaba entre sus bolsillos su celular.
- Oigan, oigan. Miren.

Todos voltearon. Desde el sur, desde Barranco, aparecía Farach con la mirada hacía el frente. Todos mirando hacía adelante, pero sintiendo lo que ocurría detrás de ellos: la ira de Salcedo.

***


- Hola a todos-. Farach se mostraba firme y estaba listo para el diálogo. Casi todos le devolvieron el saludo.
- ¿Tienes el descaro de venir? Como supondrás ya no eres parte de esta comitiva. Así que tus discursos están demás, ya puedes retirarte-. En aquella voz se sentía mucha ira.
- Oye Salcedo, creo que toda esta gente se merece una explicación, no soy de esas personas que renuncian y se acabó todo-. Farach le daba la espalda a Salcedo y tomaba la palabra frente al grupo.- Miren chicos, ustedes son mis “patas”, somos amigos desde hace 6 años, pasamos por muchas cosas, nuestras parrandas, nuestros agarres, las travesuras del colegio. ¿Ustedes creen que me voy a olvidar de todo eso de la nada?
- ¡¡¡No lo escuchen!!!- interrumpía Salcedo exacerbado y a punto de explotar- Los quiere manipular ¿no lo entienden?
- Lo que quiero que sepan es que no necesitamos reunirnos todos los días en este lugar para vernos. Como saben, acabo de ingresar a la universidad, eso me va a exigir más tiempo y dedicación, con lo que no podré seguir viniendo a las sesiones.

Todos asentían a lo que decía Farach, pero se sentían confusos, su consigna era seguir en el grupo.

-Eso era todo lo que tenía que decirles a ustedes.

Ahora su mirada estaba puesta en Salcedo que ya estaba preparado para escuchar las opiniones de Farach y estaba también dispuesto a contrarrestarlas.

***


Le dije todo lo que tenía que saber. Desde sus estúpidas reuniones, hasta las diligencias que realizaban en el distrito. Bueno, el solo motivo de reunirse y hablar acerca de temas relacionados con el bienestar de la localidad es una cuestión admirable. Pero todo cambia cuando los temas de discusión son tan tontos, una pérdida de tiempo. Creo que todos comprendieron eso, felizmente seguiré teniendo contactos con algunos de ellos. En lo que concierne a Salcedo, espero que tome conciencia y deje de realizar esas acciones tan inútiles e indiferentes hacía el distrito...

***

-Por fin se fue ese estúpido, hemos perdido ya muchas horas de trabajo, nuestros contratistas se enojarán si no encuentran sus pedidos a tiempo. Donaire ¿Cuáles son las tareas que hemos cumplido ayer?
-Bueno, ayer hemos terminado de contar todos los perros de las cuadras 15, 16 y 17 de la avenida Grau; además que verificamos las casas rojas de la avenida San Martín y coincide con nuestros cálculos: 45 casas rojas.
-Muy bien-, la cara de Salcedo aun mostraba molestia, pero en su voz se sentía un pequeño aire a satisfacción por las tareas cumplidas.-Pronto el distrito de Barranco será uno de los más importantes de Lima. Oye Del Carpio ¿Qué tareas tenemos para hoy?
-La más importante de hoy es contar cuantas personas tienen puestas zapatillas All Star Converse en las avenidas El Sol, Bolognesi y Pedro de Osma. Además debemos ver cuantos carteles hay pegados en las paredes de las casas de Barranco.
-OK. Ya escucharon, vamos trabajando, hoy tenemos un día arduo.

Cada uno de los integrantes del grupo tomaban sus cosas y cabizbajos, se dirigían a realizar sus labores correspondientes, pensado si es que por ahí, en aquellas calles llenas de recuerdos, esas calles de Barranco, podrían encontrar algún sentido a sus vidas. Y aparentemente, esperando la siguiente reunión matutina.

Historias lejanas

Y finalmente te miré a los ojos. Tus pupilas crecían como el viento y me abrazaba por completo. Tomé tus manos diciendo lo tanto que me hacías sentir: loco, inmundo, alejado, bohemio, fútil, cursi, Neruda, etéreo. Reías diminutamente, para tus adentros y extrañamente escuchaba tu risa, con eco, vibrando. Nos alejamos de aquel lugar. Hablábamos poco; débilmente trataba de reiniciar una nueva conversa y tú sólo reías, diminuta, tan coqueta, tan lejana e hiriente. Caminábamos por aquella plaza tan concurrida y deseaba tomar sus manos; tú me mirabas a los ojos y me emocionaba hacia lo inexpresable; pero en el fondo sabía que no me amabas. Extrañamente, tenía la sensación de que me aborrecías…

Qué tanto había cambiado, no solamente en lo físico, sino también en lo intelectual. Antes me agradaba porque…, no sé, sólo era un gusto; seguro sus cejas pobladas o su aire de antisocial que mantiene hasta ahora, no sé. A pesar de su aspecto hosco y fuerte, era… es un tierno, un romántico furtivo, aunque no lo quiera reconocer. Poco después no lo encontré interesante y simplemente quedó apartado de ese plano de mi vida. Pero él no quiso huir, no quiso ser olvidado; me miraba, me hablaba, trataba de lucirse y… no sé que era lo que me atraía y me atrae; pero aun no sé que es lo que me aleja y me restringe. Y sigue aquí, tan presente como ayer, como mañana. Yo tanto como ayer, como hoy y como mañana seguiré con esa pregunta tan molesta… no sé.

***
Era una loca. En esa época no tan lejana, ella me sorprendía en cada descanso. Llegaba, me besaba la mejilla, me alegraba el día tan gris y creo que yo el suyo; siempre me impactaba con su sonrisa, esas que nunca se olvidan. Jugábamos y tú sonrisa… lamento no haberme enamorado de ti. Alguien que verdaderamente sentía algo por mí. Al final del descanso lo infaltable: el intercambio de cartas. Siempre me criticabas la falta de empeño en la presentación de mis cartas, pero te derretías con el contenido: mis alegrías, mis penas, un desencanto, un imposible y tu sonrisa. En cambio los tuyas: tan perfectas por dentro y por fuera. Me contabas tus cosas. Como no podía besarte y fin de la historia; pero el amor es tan complejo. Como no olvidarme de ese imposible y convertir mi vida contigo en un presente…

Me enamoré de él. Me hizo olvidar mi antigua pareja, con sus chistes, sus maneras, su voz; me cautivó de forma instantánea. En los descansos sólo éramos nosotros. No existía nadie más y él lo percibía de esa forma porque me observaba detenidamente; no le hacíamos caso a nadie, teníamos ojos y oídos sólo para nosotros. Y jugábamos y reíamos; eso es lo que quería. Y las cartas; me contaba: estaba enamorado, y eso me dolía. Traté de todo para cambiar esa idea, pero estaba profundamente enamorado. Yo te escribía feliz, no importaba tu condición, con tal de hacerte alegrar. Pero abruptamente todo ese contexto cambiaba en las salidas. Todo se ponía sombrío, ya no le daba importancia, miraba a todos lados, tratando de buscarla. Yo me sentía fuera de lugar, tan lejana.

***
Poco antes de que tu lugar fuera mi diestra te encontrabas muy lejos. Yo era uno de los mal vistos, de los que se sentaban atrás. Te veías tan lejanamente hermosa, con ese corte de pelo tan particular que llamó la atención de todos, pero que sólo me cautivo a mí. Apareciste en mi vida de un momento a otro, como cualquier boleto de autobús; pero quedaste inscrita en mi vida como aquel tatuaje soso que no se sabe el significado. Pero eras tan lejana, una lejanía incomparable. Impredeciblemente un día llegaste hacia mí; tu lugar fue atrás y yo estaba feliz, emocionado, ilejano. Comencé a sentarme de lado, pegado a la pared, volteando casi maquinalmente, pero sintiendo casi humanamente. Fueron días felices; pero los días fenomenales llegarían pocos días después. Aquella clase de aritmética fue el preciso instante, perfecto momento; mi carpeta estaba vacía y yo como siempre pegado en la pared, buscándote. Llegaste. Tu asiento estaba ocupado, viste mi carpeta y te sentaste al extremo y yo enloquecía. Poco a poco fueron llegando más estudiantes; en vez de darles permiso para que pasen, te ibas arrimando, más y más, y yo enloquecía; hasta que terminaste a mi lado. No perdí la oportunidad de hablarte y me correspondiste, y enloquecí. Desde esa vez no nos separamos. Enloquecía cuando apoyabas tu cabeza en mi hombro y nos burlábamos de los profesores. Un día desapareciste, volviste adelante y yo enloquecí y volví a soñar. Te vi luego de 2 años. Esta vez estabas abstractamente lejana.

¿Qué hace ese acá? Pobre, debe estar enloqueciendo ahora que me ha vuelto a ver. Lástima que eso será lo único que podrá hacer. Esos tiempo ya pasaron… son tan lejanos.