miércoles, 29 de octubre de 2008

29 de octubre (6:09 pm.)

Desorden, absurdo. Por qué el mundo no puede librarse de estas palabras? ¿Por qué la vida es un continuo ordenar y estructurar? Un gato maullando en medio del parlamento; estructurado: se escapó un gato y se metió al congreso o simplemente es la metáfora de un mal congresista. Por qué nos complican más las cosas. El gato quiere poner orden en la sala, quiere nombrar a sus gatas como sus nuevas parlamentarias, quiere hacer una ley a favor de que los perros no salgan a la calle sin sus dueños. Humanos, siempre idealizando.
Ahora la idea de orden parece sacado de las viejas novelas caballeresca. La vida es como salir de mi desconocida ciudad, andar con mi fiel escudero y encontrar a mi bella princesa. Inicio, nudo y desenlace. La vida parece tan sencilla. Ese sistema ya caducó, corregir así las narraciones es peor que seguir utilizando la palabra enantes. Entonces, ¿cómo quedamos?.
Conclusiones: Desorden y absurdo. Dos cuestiones que nos tirarán de los cabellos y nos dirán muerte al cementerio (Cortázar dixit).

martes, 28 de octubre de 2008

28 de octubre (7:05 pm.)

Hace unos días escuché algo que me pareció muy importante: Si tienes algo en mente, déjalo salir. Significa que has encontrado tu camino, tu voz.

Ahora estoy en un proyecto muy particular y personal, al que le estoy dedicando todo el tiempo y todo mis fuerzas.

viernes, 24 de octubre de 2008

24 de octubre (9:05 pm.)

... y la vida aparece y desaparece como el parpadeo de un niño, nos priva de la libertad de sentirnos algo, de pretender ordenar nuestro cuarto, nuestros cajones con recuerdos, unos de rojo, otros de azul, de celeste, no, no, azul, bueno, algo que fue azul. Y recordamos, o intentamos recordar, ¿qué es lo que la vida nos da y nos quita? El tiempo parece darnos ambas respuestas, en una carrera hacia el olvido donde sólo una tarjeta de 128 MB de ram, parece hacernos lentos, lentísimos.
Pues la ganas de escribir parece también ensombrecerse ante este acontecimiento. Miento. Hay miles de cosas que contar, miles de cosas de que cuestionarse. Metafísica Olivieriana Horaciesca, prentender entender las cosas de la incertidumbre, del snobismo, del "mi mundo es una retazo lleno de fragmentos análogos, eso que llaman recuerdos". Patético Horacio, me has hecho entender que la vida no solo está compuesta de rencores académicos o petulancias literarias. Pretender ser como Morelli es mucho; pretender entender es patético.
Y este ir y venir en estos días sin escribir me enseñaron que sólo de vivencias vive la literatura, de otra literatura y de la literatura que no quieres hacer. De recuerdos pesado, de días de insomnio, de teoría literaria mal contada, de anarquismo sutil, de pendantería emotiva, de discursos perfectos, de anatemas sin resolver pero con la respuesta frente a tus ojos...

jueves, 16 de octubre de 2008

15 de octubre (7:02 pm.)

Hay momentos que te alegran la vida. La llamada de alguien a quien estimas mucho, saludo, un beso. Los rayos del sol en plena mañana, la garúa eterna de nuestra ciudad. Un viento gélido y escalofriante o el calor que entra hasta los huesos. Una sonrisa, gesto o tal vez un simple recuerdo o un pensamiento. En mi caso no fue ninguno de estos.

Caminar y buscar, desilusionarte, volver a caminar, tentar en lo más secreto de tu discernimiento. Seguir buscando y encontrar algo que jamás imaginaste encontrar. Esta tarde vine por un libro, en la mente tenía escrito El libro de los amores ridículos de Milan Kundera. Ya tenía pensado esta compra desde que el título se quedara grabado en la frente. Chinín me acompañó en la compra y fue en el stand de mi casero donde lo encontramos más barato. 25 soles.

Con tal compre me sentí sin recursos. ¿Por qué es tan caro invertir en libros en el Perú? El Chino me miraba aburrido. No sé, me dijo, sólo págame el sol que te preste porque ya me voy. Como siempre Chino aburriéndose tan rápido de las cosas tan cotidianas de la vida. Nos despedimos sin solemnidades; además, mi búsqueda aún no había finiquitado.

Salí del boulevard de la cultura. Demasiado caro. Seguí caminando por Quilca, pasando por el Averno y algunos puestos de libros exiliados del boulevard. Decidí entrar a uno donde en la primera parte primaban los libros bambas de auto ayuda; en la parte más lejana, los libros originales de segunda mano.

Y lo vi. Estaba forrando en un vinifán grueso que lo cuidaba de ese polvo maldito que pretendía envejecerlo. Color negro, letras blancas; en medio un pequeño dibujo de un caballero sin igual, desalineado, cubierto en una armadura trajinada por las constantes batallas junto a su fiel escudero. Editorial Cátedra, con introducciones y estudios, con imágenes... Estaba a segunda mano, pero esta mano no perdería la oportunidad de tenerlo en mis manos.

-Señorita, ¿cuánto está este libro?
Le enseño la portada, rogando por dentro que sea de esas que no saben qué es una edición Cátedra de El quijote de la mancha tomo 1.
-Ese está 15 soles.
-¿Lo puedo abrir?
-Claro joven.

Estaba nervioso. Me tardaba demasiado en quitarle vinifán tan pegado, tan impasible.
-Arránquelo joven -me dijo la señorita al ver el terrible espectáculo, o tal vez exasperada de mi actuación-, yo le pongo otro acá.
-No se preocupe, mientras no sea mío no puedo tratarlo como se me da la gana.

Por fin lo desnudé. Lo observé detenidamente y ya el resto es historia. Me enamoré del ese libro. Le di el dinero y me fui directo a mi casa, no sin antes llamar a Leticia a contarle el feliz acontecimiento.

miércoles, 15 de octubre de 2008

14 de octubre (9:26 pm.)

Lo que primó hoy fue un encuentro de los que tienen lugar en la universidad, cuando me quedo hasta las 3pm. leyendo o simplemente viendo lo que pasa a mi lado. Simplemente esperando que llegue alguien, me toque el silencio que tengo al lado, y me bese.

En eso se resume mi día.

13 de octubre (8:05 pm.)

Este fin de semana fue de locos. Y es que, nuevamente, lo que escribí ayer, y anteayer, lo escribí hoy.
Y es que desde esa mañan del sábado en que salí de casa, no sabía, ni siquiera me lo esparaba, terminaría bajñandome de un autobús, con Robertinho, esperando que se me vayan las ganas de vomitar. Y es que no tomé tanto, que tomé menos que otros días que la gente abundaba y la chela enflaquecía en nuestras manos. Y es que bailé como nunca, los ritmos más sensuales, y los más prohibidos y lo que antes eran réprobos, terminaron siendo deleite. Y es que dormí poco, como siempre cuando voy a tomar en lugares lejanos de mi casa, pero amigables.
Narrar los hechos que ocurrieron en aquella reunión sería caer en el sensacionalismo. Se bailó, se tomó, se conversó, se lloró, se abrazó, se besó, se ganó, se comió, de todo. Al final, en un colchón empolvado dormí un par de horas, esperando presenciar la luz para poder levantarme y regresar el camino a casa.
Ya levantados estaban Robertinho, Freddy y Sandro, que paraban de tomarnos fotos a Chino, a Jhonny y a mí, dormidos en lo más profundo del cuarto. Me levanté con sus risas. Apenás me puse de pie tomé mis cosas, me lavé y salí en busca de algún carro que me llevara hacia Chorrillos; estaba cerca a la casa de Leticia (con la que había pasado todo el día sábado) y de sólo pensar en todo el camino que me esperaba a casa me cansé. Me siguieron Robertinho y Freddy.
En el paradero, entre incoherencias y chistes de mal gusto, dejamos a Freddy esperando su carro. Robertinho se subió conmigo al leal microbús. Iba repleto y apenas nos pudimos acomodar al fondo del vehículo esperando un asiento desocupado en ese mar de parroquianos. A los minutos, entre recuerdos felices y divertidos sentí dolores estomacales, luego una sensación de incomodidad y entre las palabras incoherentes de Robetinho, las ganas de mandar todo a la mierda: quería vomitar... Le dije a Robertinho para bajarnos rápidamente del carro. Estábamos en la avenida Alfonso Ugarte.
Apenas pise tierra, como si fuera una maldición, se me pasaron mis malestares. Estaba nuevamente en pie. Robertinho se burlaba de mí mientras caminábamos lentamente hacia la avenida Wilson. Comimos algo y cada uno a su carro, nuevamente a casa.
Al llegar, no sentí ganas de dormir. Preparé el desayuno, me tendí en la cama y, como si la maldición cosa que viene y va, un dolor de cabeza, tremendo, agudo, me llegó como castigo de dioses... Ya no pude ni sostener un poco de aire en mis manos, permanecí impasible por todo el día.
Y hoy, luego de clases, recién puedo escribirles algo de lo mucho que me pasó esos días terribles. Lo extraño que la vuelta a la cotidianidad siempre es más jodido que una simple resaca.

12 de octubre (?:035 am./pm.)

Resaca...

12 de octubre (?)

Tomando...

sábado, 11 de octubre de 2008

11 de octubre (8:35 am.)

Escribiré en un rincón, y delinearé las formas con crayones, para no perder mi camino pueril. Me distraeré leyendo estupideces para lograr que la realidad se convierta en un total absurdo. La música que suena entra por mis oídos y se deposita en mi corazón; luego, como por cosas de la gravedad o simplemente de la tristeza, correrán por mis venas, subirán, desde mi pecho, por el cuello, mi rostro, hasta mis ojos. Saldrán convertidas en lágrimas, y el gran espacio vacío a mi alrededor me dará la razón.
Comeré para saciar el vacío de mi estómago. No puedo permitir tanta melancolía. Veré televisión para saber si tanta trivialidad me hace sentir acompañado, igual a los demás. Jugaré con el silencio, esperando que de diga algo, un susurro y convertirme realmente en su amigo. Me esconderé en el baño, y me mojaré la cara llena de pelusas y manchas rojas.
Me asomaré por la ventana y aullaré con los demás perros, para que sepan que tienen un compañero más, un solitario innato. Me protegeré debajo de mis frazadas, acurrucado en mis almohadas al menor ruido fantasmal y extraño. Me soñaré en un gran campo, y en el cielo sólo podré ver tus ojos y por un momento sabré que el sueño fue bueno.

viernes, 10 de octubre de 2008

10 de octubre (6:08 pm.)

Hoy escribiré por dos o tres días en los cuales el consumo de tiempo y la pérdida de sentido han primado en estos días.
Pues de hedonista no tengo nada (apenas un par de placeres que no cabe mencionar para no generar ideas perturbadoras de mis lectores), pues el sufrimiento es la piedra angular de mi alejamiento a los escritos en este diario apócrifo. Una semana terrible, lleno de deberes y tareas que uno debe presentar para sentirse superior y ya creerse profesional. Hoja tras hoja, lectura tras lectura, tecleada más tecleada, mi vida esta semana ha estado ligado a Teoría Sociológica, política fiscales, planificación operativa, formulación de proyectos, gestión empresarial, investigación cualitativa. Significancias y valoraciones estructurados en un syllabus de universidad nacional...
Pero para continuar con temas mejores. Concluí satisfactoriamente con Historia universal de la infamia del gran Borges. Conclusiones: Buenas historias, como siempre J.L. utilizando narraciones que existen en diversos países, sólo dándoles una forma más comestible y divertida, sin quitarle su sentido alegórico e histórico. Muy recomendable a los fanáticos de los archienemigos infames.
Luego comencé con un libro de cuentos de un escritor peruano, que de joven se adjudicó muchos premios. El libro se llama Osaím Baba. Cimarrón. De Cronwell Jara. A los días tuve que suspender su lectura, para evocarme en uno de mis paradigma: Cortázar y Rayuela. El libro anteriormente nombrado será relegado no sé por cuánto tiempo.

martes, 7 de octubre de 2008

07 de octumbre(8:38 pm.)

Aparato precioso. Teléfono. Una vez, una jovencita cachetona me dijo que a través del teléfono o del internet no se pueden transmitir sensaciones, expresiones. El teléfono es parecido o tan igual a cualquier expresión del rostro, con sólo un sonido, una voz, reconoces el rostro de las personas, su modo de pensar, sus reacciones, sus ganas de hablarte.
En la tarde reflexionaba sobre esto, pensaba si será verdad. Muchos me mostraron su negativa ante mis acusaciones. Es infame aceptar tal hipótesis, me dice la gran mayoría. Será que tengo un don especial: mirar los rostros a través del teléfono...

lunes, 6 de octubre de 2008

6 de octubre (8:28 pm.)

Llovió como pensé nunca volvería a llover este año. Nuestras respiraciones aparecían como una mancha blanca en el espacio, un humo especial formado por el calor y el frío. Las manos permanecían heladas, todavía. Los ojos querían cerrarse, acurrucarse en el tiempo. Congelarlo, como nuestro pies, esperar que dure para siempre.

Y no me importó todo lo demás. Sentir la garúa en mi rostro fue más que suficiente para no sentirme solo otra vez. Sentado en una banca de la universidad, soñé con estar ahí por siempre, conversando con la lluvia.
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Luego el temblor. ¿Significaré cambios climáticos? Espero que no.

domingo, 5 de octubre de 2008

05 de octubre (3:05 pm.)

En días como hoy comprendo cómo es que el tiempo se nos esfuma de las manos, se aleja sin decir adiós. Sólo faltan tres meses para que se acabe el año y parece que fue ayer cuando entré a la universidad por tercera vez, cuando me matriculé, cuando me enfadé, cuando lloré, cuando me entregué.

Haciendo esta tarea de mierda es como se nos escapa el tiempo, en un teclear al escribir...

sábado, 4 de octubre de 2008

4 de octubre (9:42 pm.)

Siempre por estas temporadas las calles se tiñen de morado. No de rojo, ni de gris, ni de amarillo; de morado, de púrpura. El olor que toma Lima es de incienso, de iglesia a punto de caerse. También de dulce, de salado, de ají, y de sudor, tanto sudor...
Por estas épocas sale una imagen que viene rodando en los corazones de los fieles, en la calles del centro, en el rabillo de la Villarreal. Salgo con Roberto y Freddy y sentimos la mezcolanza de sudor, color, ají, menta, semen. La procesión, dice Freddy con la cara somnolienta. La calle está cerrada y sigo un mierda entre dientes. Roberto, con su sentido del humor todavía muy pueril, comienza con sus comentarios desorbitantes pero divertidos. ¡Mi carro si va a pasar!, le respondo exasperado. Hoy decidí volver a escribir... Este es un suceso que merecía ser escrito, materializado.
Y es que ver este tipo de acontecimiento me llenan el espíritu: Ver las calles llenas de esta Lima patética, descolorida; pero esperanzadora y colmada de miles de sabores, y colores que pretenden aparecer en el horizonte. Me dice que existen los milagros.

04 de octubre (4:27 pm.)

Volví de soñar. Regresé de la desdicha de soñar despierto, de la obsesión de hablar dormido. De caminar sin sentido, de leer sin comprender, sin saber lo que es escribir. Regresé casi de la muerte, de pensar que el futuro es tan incierto y a la vez cercano, de presumir deberes y no exigir mis derechos, de caminar de un solo pie, de sentirme cada vez más solo, más alejado de todo.
Regresé de una depresión que no olvidaré jamás.