lunes, 22 de agosto de 2011

lunes 22 de agosto

Vuelvo a las páginas del diario porque el ocio es el mejor compañero del escritor -o como siempre me llamo: aspirante a escritor-. Sé que no escribo ni un carajo, pero encuentro en las letras aquella psicoanalista de faldita corta, alta, con lentes de montura gruesa que vemos en series o novelas, y que el maldito protagonista acaba por follársela con mucho ánimo. Bueno. Siempre vuelvo a las letras cuando el tiempo ya parece demasiado para películas extrañas o música pesada, para pesares de amor o búsquedas banales, para momentos perdidos en mi vieja cama o en estrechas calles grises.

Este diario personal y compartido siempre incentivó alguna idea interesante pero contradictoria. Por un lado esperaba que al ser compartida pudiera prestarse como un medio 'patético' de debate sobre cosas insignificates y cotidianas de alguien que cuenta su vida por el único hecho de adiestrar la mano (en sentido literario, claro está). Sin embargo las contradicciones aparecen cuando mis experiencias llegan a ser tan personales que terminan por no interesarle a nadie, por no generar debate, y perderse en los estantes virtuales de mi blog.

Espero que esta vez sea diferente. He dejado los cuentos, estoy aprendiendo de la poesía (cosa que nunca logré con el primero), manejo bien el diario personal (gracias a Ribeyro, que incentivó mis ganas por el diario personal y literario), aquel documento que muestra una gran parte de la vida de alguien, que se supone será leído por varios y que podemos sazonar con ciertos elementos literarios que se nos presenten al momento.

Es pues el reinicio de mi diario personal.

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