miércoles, 23 de noviembre de 2011

Poemetría: Lejana

Verte a lo lejos tiene sus beneficios
verte completa en tu composición
sin recortes
sin simplificaciones
verte de pies a cabeza
en una sola pieza
sin perderme un solo detalle

La nebulosa cabellera
caer en tu rostro geométrico
los ojos delineados en colores
la nariz que no es nada sin los ojos
que no sirve sin tus labios

El cuello sensible a mi insensatez
adherido a tu hombros diminutos
precisos
esculpidos casi para venerarlos
tu abdómen
las piernas que te alejan o te acercan
tus pies que son desconocidos aún
para mí

Conjunto que se privilegia desde lejos
haciendo un gran sacrificio
ese gran sacrificio
que es verte de lejos
alejarte de mis brazos
que se desesperan por tenerte
de los labios que gritan tu nombre

Aún te veo de lejos
completando tu composición
haciendo mi mayor esfuerzo
para no acercarme
para no romper el encanto.


domingo, 6 de noviembre de 2011

Despegarse no es algo sencillo.

Despegarse. Suena fácil. Despegar las manos en un aplauso continuo, despegar los párpados cuando te levantas de un sueño placentero, en un parpadeo mecánico; despegar el cuerpo de la cama, el trasero del asiento del autobús, despegarse de ese sueño que nunca se pudo cumplir para satisfacer necesidades impuestas por una sociedad que nos parametra más. Despegarse de ese estilo tan nuestro, el cabello largo que se esfuma en un peluquería unisex, en una entrevista de trabajo que, contrariamente al tópico, te pega una camisa blanca con corbata rosada y unos pantalones que parecen volver de la época del colegio. Despegarse de las utopías que no nos sirven en un mundo lleno de nuevos anhelos, de ilusiones que queremos vivir en un futuro no tan lejano y más cercano.

Despegarse, suena fácil.

Yo no pude despegarme. Pude despegar manos, párpados, cuerpo de la cama, trasero del autobús, sueños de ser escritor por una oficina o piernas en montañas serranas, utopías justas por realidades leoninas.

No pude despegar mis labios de los de ella.

Prometía ser tan fácil. Mirarla a los ojos, quedarme delineando su rostro buscando intensamente uno error, un accidente que empuje en el vacío de la indiferencia. Convertirla en una silueta más que transcurre por pasillos, calles, rumbos, silencios. Tenía que ser fácil acercarme, verla alejar el rostro solo centímetros, con mucho más ganas de acercarse que de irse; sentir el CO2 caliente escabullirse por sus fosas nasales con tanta fuerza que podía escuchar el resonar del aire friccionando dentro de su nariz aguileña. Fácil sería besarla para romper el hielo, el silencio incómodo, su mirada al suelo, su pie moviéndose nerviosamente cada infinito segundo, sus brazos entrecruzados en su pecho perfecto que moldeo ahora que la beso, en pensamientos.

Me acerqué, la besé, mi pie derecho sigue moviéndose nervioso, los brazos cruzados siguen pegados en su pecho. Su cuello doblado dándome el rostro que no se separa.

Despegarse, ja, nada fácil. Nuestros labios parecían dispuestos a pegarse con UHU para siempre. Y Theodoro ya estaba contemplando la escena, convencido de que no teníamos intención de cambiarle el panorama.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Poemetría: Voz

Tu voz ya no baila en mi tímpano
se incrusta a lo lejos
en un tatuaje calculado
en canas orgullosas

Se complementa con el viento
que juega a llevarme sin poderme
a flotarme sin dolerme
a tenerte sin verte.

Y es que la tenga impresa
desde el tono cálido
con el que intentas pomerne al día
entre los espacios de tus palabras
queriendo inmiscuirse mi nombre
pegarse a tus labios
esconderse en tus dientes
jueguetear con tu lengua.

Quiero descifrar sus códigos
entender sus decibeles
perderme en el tono
que sale extraña de tu diafragma
y se deposita en el fondo de mi alma

Tu voz ya no se pierde en mi tímpano
ahora juega a flotarme sin perderme
a dolerme sin quejarme
a escucharte.