lunes, 28 de julio de 2008

Currículum Vitae.

Currículum Vitae.

Nombre: Samith Farach Vela.

Edad: 21 años.

Domicilio: Jr. Esperanza 666, Barrios Bajos.

Estudios: Cursando el 3cer año de la carrera de Sociología en la UNFV y el 21avo año de la carrera de Melancolía en la Universidad de la Vida.

Trabajos realizados:

- Presidente de la asociación de perdedores e ilusos.
- Escritor frustrado por casi 3 años.
- Recepcionista conpungido en la empresa TEPSA.
- Ayudante de Barman y acompañante de solitarios en el Treff Pub Aleman.

Características:

- Soy pro-pasivo, conmigo todos duermen o se entristecen.
- Soy altruista, dejo que todos pasen por mí para lograr lo que quieren.
- No soy dinámico, si me contratan, de preferencia en lugares cerrados.
- No tengo capacidad de palabra y mis ojos parecen caer de la vergüenza.

Aprendí a volar

Cuatro dedos de ángel.

Dos plumas de loro de jaula barata y capitalina.

Una sonrie hiriente.

Un sueño penetrante.

Tres cigarros, y por si acaso un anudado de...

Doce almohadas.

Tu corazón...

Déjense de hipocresías

Yo me soplaría la nariz con la bandera nacional, tal vez la utilice de trapo o me limpie ya saben qué... No se hagan problemas, primero respeten lo más inmediato: su país, su gente, su cultura. Mientras nosotros no nos respetemos no respetaremos nada. Así quieren que respeten nuestra bandera?
Señores, pensemos primero en lo que nos interesa, que es el bienestar de nuestra población, en la imagen que debemos dar al mundo, ahí recién nuestra bandera será respetada por nosotros mismo.

jueves, 24 de julio de 2008

Diálogo A

- Tengo una sorpresa.
- Depende de lo que sea, reaccionaré.
- ¿Sí? Haber, ¿qué te parece esto?
- Mierda, ¿qué es eso?
- ¿Te sorprendiste verdad?
- Pero ¿dime qué es?
- Ja, ja, ja. Ya no interesa, cumplí mi cometido.

domingo, 20 de julio de 2008

Mira, un cerdo en el cielo.


Hay un chancho en el cielo, es gigante y se deja llevar por el viento, de izquierda a derecha, sube y baja. Ayer vino desde el este y quise cogerlo antes de que llegue al mar, conversarle de la vida en esta gran ciudad, quería que me contara lo que hay más allá de los cerros, esos que están a lo lejos; pero me fue imposible alcanzarlo. Es tan gracioso, y lamento no poder tenerlo a mi lado. Hace unos minutos lo percaté mejor y está lleno de dibujos, desde las patas traseras hasta las orejas. Por ahí, cerca de su panza, leí “Kafka rules”. Ni idea de lo que significa.

Pero lo más gracioso es que tiene dientes. ¡Qué digo dientes, son colmillos!, y sobresalen de su boca inmensa. Sus ojos son tiernos y pequeños en comparación a las demás partes de su cuerpo maltratado, de seguro por el viaje. A pesar del tamaño de sus ojos parece que puede ver toda la ciudad con presteza, quietud e interés, como si la recorriera por primera vez. Está cercano a mi azotea y lo veo directo a los ojos. No sé a donde lo lleva el designo del viento o si es su propia voluntad quien lo dirige hacia allá, pero su gran nariz de cerdo me señala y llego a ver sus ojos tristes e incólumes, esbozo una sonrisa mientras él me muestra sus colmillos.

Mis hermanos se sorprenden aún más al verlo, y me preguntan cómo es que vuela. Les aclaró que no vuela, flota. “Si volara –infiero luego de horas de espectarlo-, iría a cualquier parte sin importarle nada, hasta seguro nos llevaría más allá de los cerros que están frente a nosotros”. Mis hermanos bailan de contentos, ya piensan en ir al campo, al mar. No sospechan que el destino del chancho está íntimamente ligado al danzar del viento que lo lleva de a pocos hacia el mar terriblemente azul. Yo les cuento que tal vez se está dejando guiar por un viento especial que lo llevará donde están los demás cerdos flotantes, con grandes colmillos y ojos minúsculos. Ellos se quedan quietos observándolo; él, sigue sin hacer ningún esfuerzo por detenerse.

***

Hoy está justo encima de mi azotea. Avanza mucho por las noches, pues ayer estuvo cerca. Hoy está demasiado cerca, ya casi a un paso del mar. Logro ver en su panza muchos más dibujos y frases: “Libre al fin” se lee con orgullo y dedicación.

Me acompañan mis hermanos, que últimamente se levantan más temprano de lo normal, y suben a la azotea para observar al cerdo flotante. Hoy lo ven tan cercano que se espantan ante su tamaño. Se aferran a mí como dos gotas temblequeantes, y no los recibo, más bien los voy soltando y me acerco a nuestro gran amigo, les señalo los ojos tiernos y amigables. El gran chancho nos sonríe, mientras notamos el dibujo de una serpiente que le sale de la boca. Mis hermanillos saltan de emoción y yo, conmovido, le doy vueltas a la idea de hacerlo quedar en casa.

En ese instante mis ideas van perdiendo hilaridad. Escucho un quejido en el aire comprimido por la terrorífica escena, de la nada observo miles de piedras que le caen al cerdo flotante. Corro para ver lo que sucede y el espectáculo es atroz: Todos los niños del barrio tratan de cazar a nuestro gran compañero, quieren derribarlo con piedras, palos; hasta han traído una gran red con la que piensan atraparlo. Mis hermanos rompen en llanto, mientras yo grito desesperadamente negativas ante tal acción. Trato de buscar una solución, y sólo se me ocurre una idea.

Les pido ayuda a mis hermanos, ¡se van a llevar al cerdo!, replico con todas mis fuerzas. Ellos parecen reaccionar y escuchan mi plan. Al momento bajamos a los pisos inferiores, mis hermanos buscan las herramientas necesarias, mientras yo, por ser el mayor, me encargaría de la defensa del puerco cetrino. Él, recibe la paliza con heroísmo, siendo su única defensa el viento que lo aleja mucho más, que lo acerca al inmenso bordado azul. Por fin llego al primer piso, armado con una pistola de agua que rocío sin perdición a los niños rebeldes de mi barrio, que perplejos huyen soltando las piedras. A los más recios les muestro mi escoba que emula una gran lanza y los asusto con la posibilidad de que salgan heridos o perforados, una batalla feroz comienza en el parque y el número enemigos es amplio.

Cuando la defensa parecía perdida, mis hermanos aparecen en lo alto de la azotea solitaria, mostrando el arma que acabará con este suplicio mefítico para nuestro compañero. Enchufan el ventilador y lo colocan en dirección a nuestro cerdo que poco a poco se acerca al mar. Se eleva mucho más, se ve tan majestuoso, avanza veloz. ¡Anda! ¡Libre al fin! Las cuerdas ya no lo tocan, las piedras ya no lo hieren. Subo torpemente hacia el techo y un abrazo emotivo se forma con el ocaso, con el cerdo salvado, incrustándose en el horizonte sin final.

Bajamos desesperados, el cerdo se aleja silencioso ante los abucheos de nuestros nóveles vecinos. Divisamos a lo lejos su silueta en ese océano crujiente. Justo antes de llegar a la orilla el chancho, magnífico amigo, voltea de forma brusca, agilidad no conocida hasta ese instante, y nos regala su rostro alegre lleno de guerras y abrazos, de caricias y de muerte. Nos despedimos, orgullos de haber salvado, melancólicos de verlo partir.

***


2 meses después, mi padre me enseña una noticia en el periódico dominical, y supe que un gran globo aerostático, en forma de cerdo, llegó a Australia. Estaba bien e igual de sonriente, como siempre.

sábado, 19 de julio de 2008

Arquepito Nº 8: El más precioso regalo.


Sin fin de extremos, voces del infierno, cielo podrido, apareces con miles de objetos, nombres, acciones, que mueven mi cabeza y me hacen sollozar, o en todo caso escribir en miles de hojas expuestas al desenfreno juvenil. Hermoso regalo, el más precioso regalo. No se permite dejar historia regada en el olvido o el ocio, peligro de balar o relinchar.

Planeando un sueño.

Termino mis deberes con algo de modorra, pestilencia celestial que encandila a mis párpados pétreos. Retiro todos los objetos de estudio fuera de mi campo de visión, para relajarme en lo que será una maratón de ensueño, tal vez con ángeles, perros, persecuciones o, como hace dos noches, con la sensación de vuelo. Esa vez disfruté al máximo.
Acomodo la cama. Las almohadas bien puestas en lo alto de mi objeto casual, mi manta me protegerá de cualquier viento nocturno que pretenda incomodarme hasta despertar. Cierro las ventanas para que aminorar los ruidos espontáneos de la noche con vida. Al fin, apago la luz y la oscuridad me envuelve y comienza mi largo, me recuesto en mi lecho y cierro lo ojos, pensando en el sueño que me tocará hoy.

jueves, 17 de julio de 2008

El peor invierno de mi vida

7 am. El cielo permanece impávido, grisáceo, molesto para muchos, paciente para otros. Parece que será un día como cualquiera, tal vez llueva, tal vez el viento corra mucho más fuerte, compitiendo entre brisas, para coronar al más gélido. No trato de abrigarme más... Mi cuerpo responde positivamente ante estas señales; no puede haber un mejor día para mí.

1 pm. Mi maldito infierno nació con una mentira, con un susurro cariñoso, con una excitación antes del sexo seco y furioso, mi cuento de hadas acabó como la peor novela policial. Una mancha cetrina, asquerosa, inquietante, avariciosa y febril toma el cielo y lo convierte en un mar de azul paciente, convierte mi cuerpo en un mar de defectos volcánicos asquerosos. El sol sale renunciando a todo pacto, a todo mandato divino. Aparece en pleno invierno, y mi mundo desaparece. ¿Qué estará pasando para que me castiguen así?

El peor invierno de mi vida.

miércoles, 2 de julio de 2008

Arquepito Nº 7: Meditación tácita.


Las manos cruzadas muestran un solemne disciplima, disertación perpendicular, abstracta e indiscriminada. También usable para colocar objetos que desaparecen en mordidas y tragadas, todo un espectáculo de luces y olores. Soporte cuadrilatedúpedo, ancho cuerpo, despojo de miserias, abundancia de soberbia, arquepito que amodorra al más intranquilo y desespera al más sereno.

La hora del té

- Dame la taza, con ella resfriegaré tus ojos hasta verlos más cetrinos de lo normal.
- Apenás y puede notar la melancolía en los tuyos...
- ¿No confías en mí? Aparte de las cosas qu cada día te digo, además de los miles de pensamientos sucios y excitantes en los que estás involucrado en mis pensamientos, sigues dudando de mí?
- No dudo, es que es imposible. Tómate el té antes de que se enfríe.
- No se enfríara porque estoy muy caliente, ¿vez todo lo que ocasionas?
-Pervertido.
-Me encanta la hora del té.

Toman las tasas mientras ella, todavía despistada, no siente las manos inquietantes que suben por sus muslos...