jueves, 20 de diciembre de 2007

AVISO DE ULTIMO MINUTO

HE DECIDIDO CERRAR MI BLOG POR FALTA DE INSPIRACION, QUE DURARA (ESO SE ESPERA, HASTA ABRIL DEL 2008) GRACIAS POR LA COMPRENSIÓN

domingo, 16 de diciembre de 2007

Cayendo

Caigo sin temor, ya he llorado lo suficiente, ya me he mentido muchas veces que eso no ocurrió, que era una mentira de mi triste vida... Pero como yo mismo lo revelo, mi triste vida se burla, me miente, me hace reir, vivir, sentir, para luego matarme de a pocos. Ahora caigo sabiendo que cuando toque el fondo ya na nadie me herirá, la muerte es mas pasable que el dolor del corazón...

sábado, 8 de diciembre de 2007

Ciegamente triste

Me canso de vivir. Felizmente encuentro una banca, y en ella un persona de edad, entrecruzando sus brazos, tomando un bastón. Es ciego.
Le hablo: ¿Cómo le trata la vida?
El tipo me responde: Como un gran laberinto, inmenso... Por eso me siento, en esta banca, tranquilo, esperando que alguien me encuentre.

Le sonreí, esperando que el señor Borgues haya sentido el calor de esa respuesta en mi sonrisa...

jueves, 29 de noviembre de 2007

Permítame presentarme...

Permítame presentarme, dijo el tipo sentado a mi lado con su ojos de miedo y su boca de nieve. Cómo no, le respondí, esperando que su paradero sea la siguiente cuadra. Pues bien, me dijo atontado, mi paradero es la siguiente cuadra, así que hagame el favor de presentarse.

Mi nombre es Samith Farach Vela, y eso que no le digo mi segundo nombre para no alargar más la conversación.

El tipo se paró, cogió un libro antiquísimo e hizo una reverencia: Mi nombre es Julio, Julio Cortázar.

Se levantó de su asiento y se acomodó en los sitios posteriores, seguro esperando que mi paradero sea la siguiente cuadra.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Reuniones matutinas

Relato que nació de aquellas personas
que, misteriosamente, se reunían en el lugar
mencionado en este cuento.

-Ya van a hacer las 8 y ni se presta a aparecer.
-Es extraño en Farach, siempre viene temprano porque vive cerca. ¿Qué le habrá sucedido?

La mañana recién empezaba; por aquel lugar se sentía una tierna y refrescante brisa típica de lugares cercanos al mar. El grupo yacía acodado en la baranda de siempre, sólo una parte de la inmensa que bordea a la vía expresa, éstos se encuentran frente al hotel Scorpio, al lado derecho del grupo se podía observar el comienzo de la gran vía, el distrito de Barranco, lugar donde pasaron gran parte de su niñez y adolescencia. Del lado izquierdo se divisaba la interminable vía expresa; detrás, otra masa interminable, el mar, acompañado por el circuito de playas e innumerables edificios eran las fronteras de esta caterva. El motivo por el cual se citaban todas las mañanas en ese lugar era un misterio, sólo se sabía que era conformado por 10 personas.

-Oye Pacheco, ¿Qué hora es?
-8:15
-Mie..... Ese payaso ya debería estar acá, esto nunca había sucedido en nuestra empresa. ¡NUNCA! ¡NOS MERECE UNA EXPLICACIÓN!
-Tranquilo Salcedo, te lo tomas muy en serio -acotó Donaire-. Tú sabes que ese pata no es falla, ya vendrá, si quieres lo llamó a su celular.
-Las reglas son claras -Tantaleán hablaba mientras se restriega los ojos-. No necesitamos llamarlo, él sabe que si no cumple las reglas no merece estar en el grupo.
-Ya pues Salcedo, comienza de una vez la reunión, creo que Farach ha claudicado -todos miraron a Ampuero con rostros pasmosos-.
-Ja, ja, ja. “Claudicado” -Vásquez no se podía contener-. Y tú desde cuándo con ese vocabulario ¿eh Nero? Parece que quieres tomar el puesto de Farach.
-Ya cállate Loco. Como dice el Nero, tenemos que comenzar esta reunión, esté Farach o no -mientras Salcedo hablaba se iba apoderando del centro del montón-. Bueno, bueno; el primer punto que tocaremos, será...

***

La alarma en mi cuarto hace un ruido increíblemente enérgico y molesto con el único fin de levantarme para la reunión de hoy; pero su cometido no se cumplió a cabalidad: yo ya estaba despierto. Justo en el instante que comenzó a sonar la alarma, pensé en lo inútil en que se había convertido esa advertencia; en los últimos 2 años, este sonido era siempre el inicio de un nuevo día, un día soso que era precedido por esta tertulia inútil en la que me había integrado como si sólo hubiera sido un triste y mordaz juego; pero, al lapso de pocos meses, se convirtió en algo parecido a una sesión religiosa, un rito fúnebre que ya nos tenía amarrados de por vida. Yo no quiero seguir así, no quiero estar perdiendo el tiempo en estupicedes, sintiéndome como un payaso, cuando ellos me hacían sentir como el intelectual del grupo. ¿Si este grupo no tiene ni una pizca de intelectualidad? Se pasan toda la maldita mañana discutiendo sobre temas banales, increíblemente inverosímiles, triviales, y que llegan hasta el límite del enloquecimiento. ¿Qué se han creído? Esta bien que hayamos tenido gratos momentos en el colegio y que seamos amigos de por vida; sin embargo, ¿Llevar con nosotros, como cadenas, este congreso por toda nuestra existencia? Esto tiene que acabar de una vez. Tengo derecho a liberarme y escribir mi vida como mejor me plazca. Son las 8:30 a.m., iré para ponerle fin a esta indeterminada causa.

***

-¿Cuál habrá sido la causa de la desertación de Farach? -Pacheco dirigía la mirada hacía el ancho mar-.
-Yo nunca lo vi completamente integrado al grupo -en el rostro de Segura se veía una expresión de molestia-, sólo aceptó por las súplicas incesantes de Salcedo.

Del Carpio interrumpía de forma agresiva: –No entiendo por qué quieren depender tanto de Farach, ni que fuera él quien haya propiciado esta agrupación-. Guiño, quien estaba a su lado, asentía con la cabeza de forma continua, con mucha seguridad; pero en sus expresiones faciales y en su mirada mostraban una gran preocupación.
-Desde que ingresó a la universidad a cambiado demasiado; yo hablaba mucho con él cuando todavía no lo había logrado y se mostraba muy decidido en que ese sería el camino que seguiría.
- ¡NO!, esa no es una excusa para faltar a la palabra del grupo -Salcedo ya no podía controlarse-, él se comprometió de palabra a estar con nosotros, fue una promesa que realizamos el último día de clases; que pase lo que pase estaríamos unidos.
-Parece que esto del grupo no era la mejor opción -mientras decía estas últimas palabras Donaire miraba de reojo a Salcedo y éste le lanzaba una mirada penetrante e hiriente-. Creo sinceramente que Farach se ha dado cuenta de esto.

Los ánimos en la comuna estaban muy exacerbados. La reunión se había detenido por algún tiempo y en lugar de revisar las tareas que quedaron pendientes, todo se centró al tema de la salida de Farach de la agrupación. En los 2 años que tenía ésta de formada no había sucedido tal interrupción de actividades. Todo giraba en torno a las diligencias: las normas, los fines, la misión y visión, hasta la misma existencia del sindicato. Un tropiezo en la verificación de las tareas de la compañía era un paso que no se podía restablecer de forma fácil.

***

Aun me parece inverosímil el haber aceptado estar en el grupo y más aun el haber soportado ese tiempo ahí, realizando esas tontas tareas que tenía el mal rótulo de “ayuda para mejorar el distrito”. Que necedad, que pérdida total del tiempo. Hasta ahora me pregunto cómo fue qué llegué a ingresar a la universidad si mi prioridad eran esas reuniones matutinas. Lo único que le agradezco al grupo fue, que el constante contacto con la sociedad, con su formación, sus necesidades fue lo que me decidió a escoger mi carrera. Es lo único por lo que le puedo dar crédito a esas organizadas chácharas, aunque este punto suene muy personalista o egocentrista, sinceramente es lo único bueno que ha hecho la empresa. Hoy definitivamente renunciaré al grupo, he estado callado por mucho tiempo, queriendo hacerles entender que esas actividades estaban equivocadas, que si verdaderamente queríamos apoyar a nuestra comunidad, deberíamos realizar otro tipo de intervención. No esas tonterías que planeaban Salcedo y los demás.


***

- No me vengas a hablar estupideces como siempre Donaire.-Salcedo tomó su mochila y buscaba algún objeto con desesperación -esto se acabó, llamaré a Farach y lo expulsaré del grupo.
- Pero no hay necesidad de eso. Con este acto Farach ha presentado su carta de renuncia de forma tácita. -Tantalean se mostraba sereno, era el más sereno del grupo.
- Yo hablaré con él –digo Pacheco- le diré que está fuera.
- Más bien vayamos buscándole un reemplazo, qué tal si llamamos a Rondinelli, él podría estar de acuerdo–. Ampuero buscaba entre sus bolsillos su celular.
- Oigan, oigan. Miren.

Todos voltearon. Desde el sur, desde Barranco, aparecía Farach con la mirada hacía el frente. Todos mirando hacía adelante, pero sintiendo lo que ocurría detrás de ellos: la ira de Salcedo.

***


- Hola a todos-. Farach se mostraba firme y estaba listo para el diálogo. Casi todos le devolvieron el saludo.
- ¿Tienes el descaro de venir? Como supondrás ya no eres parte de esta comitiva. Así que tus discursos están demás, ya puedes retirarte-. En aquella voz se sentía mucha ira.
- Oye Salcedo, creo que toda esta gente se merece una explicación, no soy de esas personas que renuncian y se acabó todo-. Farach le daba la espalda a Salcedo y tomaba la palabra frente al grupo.- Miren chicos, ustedes son mis “patas”, somos amigos desde hace 6 años, pasamos por muchas cosas, nuestras parrandas, nuestros agarres, las travesuras del colegio. ¿Ustedes creen que me voy a olvidar de todo eso de la nada?
- ¡¡¡No lo escuchen!!!- interrumpía Salcedo exacerbado y a punto de explotar- Los quiere manipular ¿no lo entienden?
- Lo que quiero que sepan es que no necesitamos reunirnos todos los días en este lugar para vernos. Como saben, acabo de ingresar a la universidad, eso me va a exigir más tiempo y dedicación, con lo que no podré seguir viniendo a las sesiones.

Todos asentían a lo que decía Farach, pero se sentían confusos, su consigna era seguir en el grupo.

-Eso era todo lo que tenía que decirles a ustedes.

Ahora su mirada estaba puesta en Salcedo que ya estaba preparado para escuchar las opiniones de Farach y estaba también dispuesto a contrarrestarlas.

***


Le dije todo lo que tenía que saber. Desde sus estúpidas reuniones, hasta las diligencias que realizaban en el distrito. Bueno, el solo motivo de reunirse y hablar acerca de temas relacionados con el bienestar de la localidad es una cuestión admirable. Pero todo cambia cuando los temas de discusión son tan tontos, una pérdida de tiempo. Creo que todos comprendieron eso, felizmente seguiré teniendo contactos con algunos de ellos. En lo que concierne a Salcedo, espero que tome conciencia y deje de realizar esas acciones tan inútiles e indiferentes hacía el distrito...

***

-Por fin se fue ese estúpido, hemos perdido ya muchas horas de trabajo, nuestros contratistas se enojarán si no encuentran sus pedidos a tiempo. Donaire ¿Cuáles son las tareas que hemos cumplido ayer?
-Bueno, ayer hemos terminado de contar todos los perros de las cuadras 15, 16 y 17 de la avenida Grau; además que verificamos las casas rojas de la avenida San Martín y coincide con nuestros cálculos: 45 casas rojas.
-Muy bien-, la cara de Salcedo aun mostraba molestia, pero en su voz se sentía un pequeño aire a satisfacción por las tareas cumplidas.-Pronto el distrito de Barranco será uno de los más importantes de Lima. Oye Del Carpio ¿Qué tareas tenemos para hoy?
-La más importante de hoy es contar cuantas personas tienen puestas zapatillas All Star Converse en las avenidas El Sol, Bolognesi y Pedro de Osma. Además debemos ver cuantos carteles hay pegados en las paredes de las casas de Barranco.
-OK. Ya escucharon, vamos trabajando, hoy tenemos un día arduo.

Cada uno de los integrantes del grupo tomaban sus cosas y cabizbajos, se dirigían a realizar sus labores correspondientes, pensado si es que por ahí, en aquellas calles llenas de recuerdos, esas calles de Barranco, podrían encontrar algún sentido a sus vidas. Y aparentemente, esperando la siguiente reunión matutina.

Historias lejanas

Y finalmente te miré a los ojos. Tus pupilas crecían como el viento y me abrazaba por completo. Tomé tus manos diciendo lo tanto que me hacías sentir: loco, inmundo, alejado, bohemio, fútil, cursi, Neruda, etéreo. Reías diminutamente, para tus adentros y extrañamente escuchaba tu risa, con eco, vibrando. Nos alejamos de aquel lugar. Hablábamos poco; débilmente trataba de reiniciar una nueva conversa y tú sólo reías, diminuta, tan coqueta, tan lejana e hiriente. Caminábamos por aquella plaza tan concurrida y deseaba tomar sus manos; tú me mirabas a los ojos y me emocionaba hacia lo inexpresable; pero en el fondo sabía que no me amabas. Extrañamente, tenía la sensación de que me aborrecías…

Qué tanto había cambiado, no solamente en lo físico, sino también en lo intelectual. Antes me agradaba porque…, no sé, sólo era un gusto; seguro sus cejas pobladas o su aire de antisocial que mantiene hasta ahora, no sé. A pesar de su aspecto hosco y fuerte, era… es un tierno, un romántico furtivo, aunque no lo quiera reconocer. Poco después no lo encontré interesante y simplemente quedó apartado de ese plano de mi vida. Pero él no quiso huir, no quiso ser olvidado; me miraba, me hablaba, trataba de lucirse y… no sé que era lo que me atraía y me atrae; pero aun no sé que es lo que me aleja y me restringe. Y sigue aquí, tan presente como ayer, como mañana. Yo tanto como ayer, como hoy y como mañana seguiré con esa pregunta tan molesta… no sé.

***
Era una loca. En esa época no tan lejana, ella me sorprendía en cada descanso. Llegaba, me besaba la mejilla, me alegraba el día tan gris y creo que yo el suyo; siempre me impactaba con su sonrisa, esas que nunca se olvidan. Jugábamos y tú sonrisa… lamento no haberme enamorado de ti. Alguien que verdaderamente sentía algo por mí. Al final del descanso lo infaltable: el intercambio de cartas. Siempre me criticabas la falta de empeño en la presentación de mis cartas, pero te derretías con el contenido: mis alegrías, mis penas, un desencanto, un imposible y tu sonrisa. En cambio los tuyas: tan perfectas por dentro y por fuera. Me contabas tus cosas. Como no podía besarte y fin de la historia; pero el amor es tan complejo. Como no olvidarme de ese imposible y convertir mi vida contigo en un presente…

Me enamoré de él. Me hizo olvidar mi antigua pareja, con sus chistes, sus maneras, su voz; me cautivó de forma instantánea. En los descansos sólo éramos nosotros. No existía nadie más y él lo percibía de esa forma porque me observaba detenidamente; no le hacíamos caso a nadie, teníamos ojos y oídos sólo para nosotros. Y jugábamos y reíamos; eso es lo que quería. Y las cartas; me contaba: estaba enamorado, y eso me dolía. Traté de todo para cambiar esa idea, pero estaba profundamente enamorado. Yo te escribía feliz, no importaba tu condición, con tal de hacerte alegrar. Pero abruptamente todo ese contexto cambiaba en las salidas. Todo se ponía sombrío, ya no le daba importancia, miraba a todos lados, tratando de buscarla. Yo me sentía fuera de lugar, tan lejana.

***
Poco antes de que tu lugar fuera mi diestra te encontrabas muy lejos. Yo era uno de los mal vistos, de los que se sentaban atrás. Te veías tan lejanamente hermosa, con ese corte de pelo tan particular que llamó la atención de todos, pero que sólo me cautivo a mí. Apareciste en mi vida de un momento a otro, como cualquier boleto de autobús; pero quedaste inscrita en mi vida como aquel tatuaje soso que no se sabe el significado. Pero eras tan lejana, una lejanía incomparable. Impredeciblemente un día llegaste hacia mí; tu lugar fue atrás y yo estaba feliz, emocionado, ilejano. Comencé a sentarme de lado, pegado a la pared, volteando casi maquinalmente, pero sintiendo casi humanamente. Fueron días felices; pero los días fenomenales llegarían pocos días después. Aquella clase de aritmética fue el preciso instante, perfecto momento; mi carpeta estaba vacía y yo como siempre pegado en la pared, buscándote. Llegaste. Tu asiento estaba ocupado, viste mi carpeta y te sentaste al extremo y yo enloquecía. Poco a poco fueron llegando más estudiantes; en vez de darles permiso para que pasen, te ibas arrimando, más y más, y yo enloquecía; hasta que terminaste a mi lado. No perdí la oportunidad de hablarte y me correspondiste, y enloquecí. Desde esa vez no nos separamos. Enloquecía cuando apoyabas tu cabeza en mi hombro y nos burlábamos de los profesores. Un día desapareciste, volviste adelante y yo enloquecí y volví a soñar. Te vi luego de 2 años. Esta vez estabas abstractamente lejana.

¿Qué hace ese acá? Pobre, debe estar enloqueciendo ahora que me ha vuelto a ver. Lástima que eso será lo único que podrá hacer. Esos tiempo ya pasaron… son tan lejanos.

jueves, 18 de octubre de 2007

Como siempre: iluso

Aquella tarde estaba sentado en un banca simple y fútil, tentando que alguna aventura, suceso, algo que pasara por mis ojos y me diera una pizca de creatividad para poder realizar un cuento. Alguna historia que impugnara mis dedos y se impregne en el papel; pero, como siempre, no pasó nada en aquella calle y en esa tarde triste y ya un poco ardiente.

Me levanté devastado de esa banca terrible, y caminé como no lo hice en mucho tiempo. Caminé por toda la avenida Wilson, Arequipa, llegué a Miraflores (donde vi el mar), atisbé Barranco y rememoré viejos amigos y amores, viejas aventurillas joviales y lozanas. Me senté en una banca de la plaza de Barranco y mis pies me mataban. Vi niños, familias, parejas, escolares y se me vino a la mente una idea: Qué tanto pensarán sobre sus vidas aquellas personas como lo estoy haciendo ahora.

Más adelantes a sólo unos pasos de la banca donde yo estaba sentado, un tipo suspiraba con la mirada hacia el suelo. Porfín pude ir al paradero más cercano y tomar el micro que me llevaría a mi hogar.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Amigos desconocidos

Aquella tarde-noche, por las calles aún húmedas de Lima, caminaba con mi enamorada de lo más lindo cuando escuché mi nombre de forma repentina: Samith!!!! Era un ex compañera de colegio que no la veía hace mucho tiempo. Estaba muy cambiada (y eso que la vi el año pasado y sí, había cambiado notoriamente). Luego le diría a mi pareja que hubiera sido al revés: que si la hubiera visto, no habría pasado la voz...
En la mañana de un día que no recuerdo, andaba con un compañero de la universidad, buscando información de organizaciones de base; en eso, en la avenida Nicolás de Pierola, vi que se acercaba una compañera de mis ex trabajo en un bar de Miraflores. Cuando estaba a punto de saludarla, ella no me dirigió la palabra (ni siquiera me miró); seguí caminando como si nada hubiera pasado.
Recuerdo cuando ingresé a la universidad, estaba sentado en una de las tantas bancas solitarias, cuando veo pasar a una chica que un tiempo en la academia de preparación universitaria tuvimos una relación un poco extraña, nada profunda, pero muy singular (esa es otra historia). Cuando se cruzó conmigo en la universidad, estaba apunto de saludarla cuando en eso... se pasó de frente. Coincidí nuevamente con ella y nuevamente que no me hizo caso. Tiempo después me daría cuenta de que ella sí me había reconocido, pero no quiso hacérmelo saber. Por qué, no lo sé.
Volviendo de la universidad uno de esas noches de fría gris, tropecé con una amiga del colegio, es una buena amiga que no veía en mucho tiempo, cuando nos chocamos en plena calle estaba a punto de saludarla, cuando en eso me miró me saludó y cuando me iba parar a conversar con ella en la calle, vi que alguien la jalaba, era su enamorado. La vi alejarse, y con ella, una amistad desconocida.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Cuando tu corazón no es tuyo

Sienten en determinada situación (en mi caso es todo el tiempo) que nuestra vida no nos pertenece? Que cada respiro, cada latido de nuestro corazón, cada suspiro, cada palabra, cada gesto es de otra persona? Yo siento que cada fibra de mi ser ya no es identidad de Samith Farach; sentir que vives para alguien más, que sabe todo de ti: tus anhelos, tus sueños, tus temores, tus amores furtivos, tus sentimientos pretéritos, tus sentimientos presentes, etc. etc.
Y es así que uno ya no está triste; sólo cuando tu dulce dueña sufre, uno se vuelve también una nostalgia andante. Tu universo, tu todo está cayéndose, poco a poco. Oh, vida cruel y desgraciada, tentando contra el animismo estupendo y fantástico de mi musa, del amor de mi vida. Es ahí cuando uno trata de entrar y cambiar todo eso. Hacer feliz a mi compañera, para eso estoy, para eso existo, para eso fui creado.
Eres mi todo, sin ti no soy nada. Lo sabe muy bien. Mi corazón late por una persona que me tiene atado a cada uno de sus cabellos. Ya sé por qué me duele el corazón: será porque estoy lejos de ti, muy lejos.

jueves, 30 de agosto de 2007

Terrible noche

Cuando la duda, la desilusión, quizás la incertidumbre, te abate, es imposible que vuelvas a ser el mismo. Por un lapso pequeño (que felizmente fue mi caso) o por un más extenso (que espero no me suceda).
Por ejemplo, la duda, la desilusión, y mucho incertidumbre, ocasionaron que una cierta noche, no pudiera dormir. Me levantaba a cada instante pensando en esa situación que, no miento, me hacía sufrir en demasía. Era (y es) un tema trascendente en mi vida, así que la noche se hizo más larga y la espera mucho más trágica. La cuestión era que todos esos sentimientos encontrados tendrían su fatal desenlace al día siguiente, a las 12 del mediodía.
Felizmente todo se aclaró, yo más tranquilo; y mi acompañante (perdóname) también sufrió del mismo modo. Tenía que despejarme esa duda tan hiriente para mí.
Varios días después me doy cuenta que esa charla, ese despeje de las dudas que me mataban, me ha ayudado mucho. Me siento más seguro, y mis sentimientos han llegado a un nivel en el que por primera vez, siento que puedo lograr algo con alguien. Algo más espiritual que material...
No sé cómo comprenderán este relato. Es excesivamente subjetivo. Y creo que nunca lo comprenderán porque no soltaré más...

sábado, 11 de agosto de 2007

Un pequeño rincón


Por qué Cortazar escribía de cada peculiaridad que veía a su alrededor? Por qué Borgues creaba complicados laberintos filosóficos y literarios? Por qué Ribeyro escribe de una realidad presente y palpable la cual no experimentó? Por qué Gabriel García Márquez retrata un gran abolengo, o toma artículos periodísticos? Por qué Bryce escribe del amor como si fuera un sufrimiento extremo? Por qué Vargas Llosa impregna sexualidad y erotismo en algunas de sus obras? etc. etc. Ahora digo... Por qué yo tendría que escribir de cada suceso, de cada pensamiento, de cada realidad, de una familia, de un amor especial y espacial; por qué tendría que escribir para lectores imaginarios o desconocidos?
Díganme.. Por qué escribir? Existe una razón, vale la pena escribir?
Yo quiero escribir, pero parece que para escribir, es necesario vivir; y yo no he vivido lo suficiente.

Gracias!!

Hoy aprendí algo importante: Que de las grandes experiencias pasadas puede uno sacar buenas visiones de vida, y al final, o después, una gran historia. Yo, un joven de 20 años, no creo que pueda tener grandes experiencias; tuve y tengo una vida, que si bien es cierto no es llena de lujos, pero está llena de grandes apoyos, que son mis padres. Gracias a ellos puedo estar haciendo lo que deseo: estudiar y escribir. Fue de una charla con mi padre, que descubrí historias que no sólo son experiencias de la que uno puede ayudarse y ver la vida de otro modo; sino que además son perfectas situaciones que he leído mucho y de la cual mi padre y mi madre pasaron y vivieron. Ellos no desearían que nosotros, sus hijos, pasemos por ello; en realidad, a mí tampoco; pero gracias ellos sé de esas vivencias, que no sólo me pueden servir de una recuerdo vago del pasado de mis padres, sino también de geniales historias que me encantaría escribirlas y contarlas a todos. Los amo, mis queridos viejos...

domingo, 5 de agosto de 2007

Oir lejos, muy lejos.

Puedo oir de muy lejos lo que sientes. Puedo oir muy lejos la desdicha que tine esta ciudad, con su cielo lóbrego y grisáceo que tanto me gusta. Muy lejos, cuando tomes el timón de tu auto, recordarás aquellas épocas gloriosas, y oire tu voz dentro de mi cabeza, riendo, llorando, temiendo. Abrirás la ventana y aire gélido entrará y pondrá tus vellos en punta, tu piel como de gallina y serás feliz. Mientras tanto yo no podré continuar y ni siquiera lo intentaré. El viento mueve tus cabellos y yo puedo oir como juguetean entre ellos. Mientras en camino es accidentado, tu hermoso cuerpo serpentea con cada movimiento. Tu sonrisa ha desaparecido, pero tu boca sigue siendo misma. No podré seguir, mientras escuche toda aquella alevosía que es tu soledad. Mientras tanto y no podré continuar y ni siquiera lo intentaré. Hasta que ya no pueda oir lejos, muy lejos.

miércoles, 25 de julio de 2007

Un gran amor

Le llego casi a las rodillas y sus manos me pueden cargar como si fuera un pequeño juguete, un caramelo que puede engullir de un solo bocado. Caminamos por la acera desierta, descolorida, grisácea; la tomo del dedo y mi mano llega a sostenerla con totalidad. Ella me sonríe y la blancura de sus dientes alumbra toda la calle nostálgica, mostrándome sus contornos y augurios. Sus ojos, gigantescamente marrones, me hipnotizan; tienen el tamaño de mi cabeza y mis cabellos largos y oscuros emulan sus pestañas, brillantes y compactas. Pensé y me imaginé tomándola de la cintura, como lo hacía mucho antes, sintiendo sus curvas, su calor, su olor. Tan baja era, tan chica; la cuidaba, la protegía y me gustaba hacerlo.

Pero creció, se volvió tan imponente, tan magnánima, tan incuidable, ya no tan frágil. Tan fuerte. Sus pisadas, sus pies; eran tan pequeños, tan nimios, y los besaba, le encantaba. Sus pisadas ahora gigantes; tiene que esperarme: por cada paso que da ella, yo tengo que dar 5 pasos, muchas veces corro para alcanzarla, o ella camina lento, lentísimo, con sus zapatos especiales, con su ropa especial y ella tan espacial, tan grande. Llegamos a una avenida con mucho tráfico y miles de choferes le lanzan improperios, burlas y sarcasmos; yo ya no trato de defenderla, ella toma aire y arroja un grito ensordecedor, brutal. Todo sale volando: autos, perros, personas, y yo protegido detrás de sus muslos, encogido, cobarde. Casi llegando a sus rodillas.

Me toma con sus grandes manos y me sostiene como a una moneda; me roza contra sus mejillas tibias, frescas, rosadas. Siento su aroma floral, tropical; me pongo taciturno, pero me relajo al contacto con esa gran mejilla blanda y tersa. Me coloca en su hombro derecho y hablamos; tengo sus cabellos que en otros tiempos me enloquecían, ahora me protegen, como una gran tela castaña y olorosa. Su oreja es la mitad de mi tamaño y tengo que gritarle al momento de hablar para que ella escuche un susurro, ella susurra y parece un grito atronador. Conversamos sobre nosotros y nuestro extraño amor, un sentimiento manchado, utilizado, maquinado. ¿Quiénes habrán sido los causantes de tal injuria? Pero no te interesa: tú feliz con tu tamaño; y yo, confundido y triste.

Me devuelve a la acera y camino a su lado indiferente. Soslayo cualquier intento de conversación; desde que obtuvo ese tamaño increíble ha tenido un cambio drástico en su forma de ser. Soberbia y autosuficiente, cree que sigue conmigo por lástima, porque antes moría por ella y hacía cualquier cosa por estar a su lado. Lo que no sabe es que todo se torno al revés: la angustia la tengo yo; no podría esperar verla tan sola y grande. Nadie la querría, nadie la soportaría. Pero es insoportable su actitud, fue así que decidí decirle todo lo que tengo guardado. Le eché un vistazo a su rostro grande y bello y me contengo. Me contengo porque sus mejillas son tan rosadas, porque sus labios son como almohadas carnosas que me retraen y relajan, porque sus cabellos, ayer y hoy, me enloquecen. Me contuve porque la amo.

Y así seguimos caminando hasta mi casa, con sus dedos gigantes que me acariciaban los cabellos, casi lastimándome. Me ponía nostálgico pues antes apenas sus pequeños dedos se podían incrustar en los míos, tocaban apaciblemente mis cejas pobladas. Ya en la puerta de mi hogar se despide dándome un beso volado. Hace ya mucho que dejamos el hábito de besarnos, no lo hace desde ese accidente en que casi me rompe el cuello. Luego del adiós, tuve la determinación de comunicarle todas mis penas y dudas, pero la vi alejarse tan magnánima y gigante; sus pasos, tan estentóreos, eran melodías que yo asimilaba y aceptaba. Tan grande, tan linda, tan lejana: gran amor. Entré a mi departamento con la idea de que mañana la veré de nuevo y que cada vez que vuelva la mirada, me daré cuenta que le llego minúsculamente a las rodillas.

Mis vacaciones y muchas bestias más

Ante vista y paciencia de todos, comencé a hablar sobre los Agsos. ¿Qué son? Yo qué sé, la cuestión era que me puse a hablar de ellos como loco. De que tenían años jodiéndome y jodiéndome la vida y que yo a ellos, estaba científicamente comprobado; pero no pude dar más que una versión simplista: no sé cómo aparecieron. Leyendo a Bryce y Ribeyro y como jugando con Mario y Luigi, que no sé cuándo se irán. Seguí mi muy solaz espectáculo, cuando uno de los presentes me comenzó a increpar; me soltó calificativos muy fuertes, hasta muchos que de veras me gustaron, uno de ellos fue “Cortázar de Lima pobre”, lo cual me llamó mucho la atención, pero no me alejaron de mi perorar (o peroyativa) peyorativo muy bien fundamentado acerca de los Teis, que tuvieron un pequeño encontrón con los Agsos. Los ahí presentes por poco más y llaman a la policía o a un centro psiquiátrico. Por suerte que me encontré con el profesor Ramos, que me llevó hacia mi universidad, cuna de los Biggets.

Me compré un libro de Luigi, digo, de Ribeyro, y se lo enseñé al profesor Ramos, que me sorprendió con un tema variadísimo que iba desde la falta de lectura por la población peruana, hasta el viaje que tuvo en la juventud a provincia y concluyó (o lo detuve) cuando habló sobre su esposa, sus hijos y su perro. Lo interrumpí agregando acerca de la felicidad que me causa romper con el soliloquio intempestivo de los verborreicos imparables. No recuerdo si el profesor me entendió, pero se despidió diciéndome que no me metiera en problemas. Cómo si expresarse libremente fueran problemas. Por los pasillos de la universidad, me encontré con mi compañero Moisés. Intercambiamos múltiples ideas: una revista futura, un carro que brincaba, un escritor colombiano, una banda setentera, Mario Bros (demonios, es Bryce), y así nos entretuvimos hasta que le comenté sobre el supuesto enredo del que el profesor Ramos me libró. “Debiste hacerlo en un carro, es menos probable que llamen a la policía o al centro psiquiátrico; sólo te botan y ya” me respondió. Cuando acoté acerca del insulto “Cortázar de Lima pobre”, me contestó riendo: “Sí tú eres Cortázar de Lima pobre, yo quiero ser Márquez de La gris”. Nos despedimos y comencé a alucinar sobre el título que le pondría a mi libro de cuentos: “El encuentro de Agsos, Teis, Biggets y muchas bestias más”.

Felizmente me encontré con Martina, que me dio una clase maestra de realidad. Me la encontré en Barranco; me tomó de la mano y me llevó de paseo por todo el distrito, hablándome sobre criterios y revueltas, cosas que no entendí y se lo comuniqué. Me miró con ternura y me dijo: “Toda esta realidad es mucho para ti, tú debes vivir en fantasías aunque te traiga problemas”. La quise besar. Lamentablemente ese hecho era tan real que sólo deseaba irme volando con ella y visitar a Rotalio el Teis. Le dije a Martina que se lo presentaría pronto. Le expliqué el problema de aquella tarde y traté de continuar la exposición que quebró el profesor Ramos. Me dio mucha pena ver a Martina morirse del aburrimiento. “No soy muy fantasiosa, si sólo tuviera un poco de tu irrealidad” me dijo. En ese instante no dudé y la besé, con tanto ensueño y realidad, que por un momento pensé que estábamos volando. Ella coincidió conmigo en lo del vuelo.

Lo que continuó de la noche, sólo pensé en ese beso tan real, que por un momento me hizo olvidar mis premisas sobre Agsos, Teis y demás. Ya a la mañana siguiente me dirigí nuevamente hacia la avenida Wilson; con mucho augurio de mi parte, porque encontré varios feligreses. Ingresé al jirón Quilca y comencé con mi discurso. Con mucha fanta-dad y poco de reali-sía, me paseaba en los pormenores de Tlaínes, Concovorcos y muchas bestias más. Me desilusionó ver que mi auditorio sólo eran cinco fumones, tres punks, dos chicas buenas de la mala vida y mi amigo Moisés, que esperaba compañía. Como había llegado muy temprano a su cita, convenimos en ir un rato a la universidad. Por el camino, más intercambio de ideas: una novela peruana, un vicio social, un compañero aristocrático y exiliado, La gris. Al llegar a la universidad nos encontramos con la totalidad de nuestro salón; estaban hablando acerca de las medidas organizativas para el presente año. Con mucha cabeza fría, interrumpí la conversación para sugerir que este año debemos erradicar de manera total a los Biggets, ya muchos problemas me estaban dando. Al ver que nadie me daba la razón, me alejé.

Por esos días las vacaciones estaban acabando. Me di cuenta, que todo lo que había sucedido con anterioridad me parecía abstracto y tan vergonzoso, que dudé en su realización; pero mis compañeros y el propio profesor Ramos me dieron la razón. Hasta ahora no sé cuáles serían las causas de esa conducta, seguramente la llegada del año lectivo, o la aparición furtiva de La gris, no lo sé. Lo que si puedo asegurar es que muchos no volverán a verme como antes. Creo que los Estartos están metidos en esto...





Historia que puede herir la susceptibilidad de algunos o de todos

Verla sentada en el sofá era la señal perfecta para imaginarme travesuras impensables, pues como diré más adelante, era ese sillón, nuestra perfecta situación, un objeto imperfecto, lleno de huecos, resortes; esas desalineadas formas son las que nos hacían ponernos más cómodos, uno contra otro, hablando incoherencias y escuchando su inconfundible “obvio”, que por momentos no aguantaba, pero al cabo de unos instantes lo necesitaba ahí, presente, en aquella discusión tan banal que sólo buscaba un desenlace que ya habíamos pactado antes.

Las miradas casuales, que eran como comenzaba cada encuentro en ese viejo sillón imperfecto; esas miradas se volvían sucesivas, no con la misma intencionalidad de antes, sino se volvían obligatorias, como si fueran el permiso para realizar aquel final acordado. Antes, una cháchara sin fondo ni forma, y tu “obvio”, que iba tomando forma mientras más nos acercábamos y mientras más nos tocábamos. Comenzábamos acariciándonos de forma sutil, entre juegos y risas, para que cada acercamiento se convirtiera en un exploración, los brazos, los abdómenes, las piernas, las manos, y tu “obvio”, nos tocábamos las manos de forma muy intensa. Sus manos pequeñas, pero fuertes. Mis manos grandes, pero suaves. Creo que representaban la interioridad de cada uno.

Con tu “obvio” que me preguntabas acerca de mi suerte, porque yo tenía y podía estudiar, mientras tú, trabajabas para poder lograr tus sueños. Te consolaba, con tus manos y mis manos entrelazándose, que tú estas luchando, que más adelante la vida no te sorprendería, que estarías acostumbrada. Mientras yo, en ese sillón imperfecto, te decía que yo todavía no vivía, que me estoy preparando para luchar. Así te consolaba; así me consolaba. Nos necesitábamos. Poco a poco nos íbamos acercando, y tu “obvio”, con tu música de fondo tan insoportable, con sintetizadores, órganos y bajos. Tenía que soportarlo, pues no me iba sin que la lucha final no se haya dado.

Sentía tu respiración cada vez más cerca, tú me mirabas con esos ojos, esos ojos. Algunas veces me daban risa, a veces me entristecían, y de verdad algunas veces me daban lástima, pero estaban ahí, para recordarme que todo anhelo es difícil. Tocaba tus piernas, tus muslos; no sé si lo tomabas como un juego o como cariño simplemente; pero tu sonreías con tu “obvio” que ese instante ya me estaba hartando. Tú me seguías mirando y hablando entre jerigonzas y malentendidos. Esta reunión se estaba acabando, no si antes el permiso o el pago para salir de esa casa del sillón con la situación perfecta. Un beso. Lleno de pasión, lleno de amor, completamente completo de hervor.

Luego de aquel acto, me voy; nuestras manos se sueltan, nuestros cuerpos se separan. “Vengo mañana” te digo. Sólo escucho tu “obvio” desencajado. Te levantas conmigo y me acompañas hacía la puerta. Te digo adiós y me voy, tú me devuelves el saludo y regresas a tu hogar. Te veo volver, hacia el lugar de perfectos e imperfectos. Te veo volver lentamente, meneándote, danzando. Camino a casa me pregunto, qué sentirás. A veces pienso que estas enamorada, que te has enamorado. Lentamente me lamento de no poder corresponderte. Yo sólo estoy ahí por sexo.

domingo, 22 de julio de 2007

Siempre tengo que darle vueltas al asunto

Tomo una idea y la revuelvo, como si fuera un trompo, o un pequeño perro que persigue sin sentido su cola. La convierto en un sinfín de posibilidades que no tenían que ver con la idea original y termina siendo un bodrío, una cosa sin forma, parca; casi similar de como se inició. Y es que cuando hablo me trabo; digo cada tontería, que mi interlocutor se siente acomplejado ante mis ideas, o simplemente siente lástima de mi farfullar, resollar o como quieran llamarlo.
Luego me sereno, tomo todas la ideas que tengo, (en ese instante desvío la mirada) y suelto todo lo que tengo metido. Ahora las palabras salen con fluidez, aunque a veces tengo una recaída, pero vuelvo con una seguridad que no es conocida en mí (y hasta me atrevo a mirarla a los ojos) y le digo todo. Ella sonríe me mira con ternura, me dice que soy un tonto (me amargo más) vuelve a sonreír y me dice que me ama. No tengo nada más que decir: la tomo de las manos, pasan por su cintura, le veo los ojos y la beso.
Ella sabe que beso mucho mejor de lo que hablo, así que allí acaba el problema. (Bueno hasta que acabe el beso)

martes, 24 de abril de 2007

Improvisación desafinada

Tengo el medio, tengo la inspiración, tengo las ganas, tengo el tiempo; pero, podré escribir algo que sea agradable? Tengo el presentimiento que podré hacerlo. Resulta que tengo que escribir algo que sea entretenido, que no aburra al lector, que no me aburra yo escribiendo. Sé que es difícil; pero, podré hacerlo? Ya estoy dudando, hay que hacer todo lo posible. Conozco a muchas personas que se entretienen con historias muy trabajadas y complicadas, complejas. Una vez traté de escribir una historia así; pero, creo que se me pasó la mano y me salió un bodrio. También hay personas que les gustan los cuentos fantásticos e impredecibles, como el que trata acerca del...... Sí pues; pero, esos si no me salen para nada, se me hace difícil producir algún ser inimaginable o una situación maravillosa e impactante. Una vez traté de escribir y contaba acerca de un ser mitológico que se me aparecía y que yo nunca lo conocí y nunca lo conocieron y..... Ven! Y así comencé y después me trabé con todo eso y por eso que lo dejé; pero, conozco también a varios que les gustan las historias desalieniadas, mal hechas, confusas, nada sugestivas y avergonzantes, como el que estoy escribiendo ahora, para todos ellos les vas este cuento. Felizmente se hacer algop bien, una cuento masl hecho, creo que he nacido para eso y aquí lo plasmo para todos ustedes; pero,......

sábado, 21 de abril de 2007

Habladores

¿Qué molesto es que alguien desconocido le dirija la palabra, no? Pues eso es lo que me pasó hace un instante. ¿No lo recuerda? Fue hace unos minutos en que me vine a sentar a su lado señorita. Fíjese usted que yo estaba al fondo de este microbús, muy tranquilo por cierto; fue cuando se acercó este personaje muy hablador. ¡Y se sentó a mi lado!, y yo que odio a las personas parlanchinas. ¿Me comprende señorita? Fue cuando este individuo comenzó a hablar, solo, pero en voz alta, sin que nadie le dijera o preguntara algo. ¿Qué falta de educación, no le parece? Hablarle a un desconocido sin antes presentarse, o al menos excusarse de su error; pero no... este sujeto comenzó a soltar su monólogo, seguro para que alguien le prestara atención. ¡Qué sinvergüenza! ¿No cree? Bueno, como le decía, este ser repugnante inició la charla con la persona que estaba a su derecha ¡Pobre hombre! Y yo que estaba a su siniestra, escuchaba perfectamente los temas que se estaban tocando en esa conversa. ¡No creerá que soy un chismoso! Le pregunto esto porque a dibujado usted en su rostro un signo de incomodidad. Pues como le decía, como todo buen sociólogo, debo estar presto a cualquier fenómeno social que se me presente. Y este hecho era muy singular como verá. Pero sigamos con el relato. Entre el parlante y el parroquiano se desató un diálogo que se caracterizó por los temas políticos y económicos del país, del cual yo no estaba muy informado. Señorita, ¿Usted se encuentra bien? Para que se reponga, proseguiré. Luego de una larga charla, que como usted ya supone, me irritaba al extremo, el pasajero se despidió del hablador y se bajó en el paradero más cercano. Ja ja ja, seguro el pobre estaba también molesto por la actitud del incorregible parlamentador. Pero, la huida de ese parroquiano sería mi desdicha, pues su siguiente blanco sería... ¿A qué no adivina? ¡Pues yo! Si amiguita, lo que tanto había temido tenía que ocurrir y de que manera; de una forma inoportuna, desastrosa, entre balbuceos e incoherencias, sin tiempo a tomar una medida que contrarreste esta situación. Seguro usted señorita, que se le ve muy sabihonda, se preguntará ¿Cuál fue la actitud ante las hostilidades del lenguaraz? Bueno, una de mis tácticas fue la de mostrarme muy irresoluto. ¿Porqué? Pues, eso lo hice para bajarle sus defensas. Luego esperar que tocara temas panegíricos, con los cuales se distraería, ya que sólo hablaría de sí mismo, se olvidaría de mi presencia y... ¿Me esta escuchando? Y aprovecharía ese momento para escaparme, con una magistral acción, que sólo lo conocen sociólogos como yo. Seguro que piensa que huir del parlanchín fue una actitud muy pueril, lo sé, lo sé; pues le digo, todo vale con tal de salir de las manos de un verborreico empedernido. Creo que al fin me da la razón señorita; disculpe, ¿Ya se va?, pero todavía tengo otras experiencias y anécdotas que contarle. Oiga, ¿Porqué me lanza esos improperios?. Sólo le conté una pequeña historia, señorita, señorita...

Ensimismamiento

Escuchando sobre la economía peruana en la época virreinal me hace recordar mucho a José Carlos Mariátegui y sus 7 ensayos, justo el primer capítulo habla sobre ese tema: la evolución de la economía en el Perú. Es muy interesante lo que dice, pues te explica según la... Ahora que hablo de él, una vez en el colegio me dejaron una tarea sobre ese libro, me acuerdo que sufrí con muchos compañeros para realizar este trabajo; la explicación es sencilla, en ese tiempo no leía. Como decía, en el colegio... Hablando de no leer, mi primer libro, en este caso novela, que devoré con intensidad fue La metamorfosis de Franz Kafka. Una joya de la literatura universal. Esta novela es una gran metáfora acerca de la alienación que sufría el hombre por la presión de la sociedad. Pobre del Gregorio Samsa, qué manera de convertirse en insecto y ser excluido por su familia y… Hoy tengo una reunión familiar, tenía que llegar temprano a casa para asistir al cumpleaños de mi tío Carlos. Todos mis hermanos sentimos un gran afecto por él, siempre nos… Justo hoy, uno de mis hermanos tuvo un pequeño problema en el colegio y quizá no vaya a la reunión, se trompeó con unos... Recuerdo cuando una vez me peleé en el patio del colegio, en ese mismo patio, ya que mi hermano está en el mismo colegio donde yo acabé, bueno, la riña fue por una compañera, la empujaron de forma cobarde y yo... Una compañera que nunca olvidaré es Isabel, me enamoré perdidamente de ella en el 4to año de secundaria; que no habré hecho por ella, si una vez en la salida grité con todas mis fuerzas: ¡...! En la academia una vez un profesor me gritó con tanta fuerza, tan estentóreo, que por un momento temí a que me echara de clases. Qué extraño, siento justamente esa presión que uno experimenta cuando le gritan.

-¡¡¡Farach!!!
-Sí profesor.
- ¿Estas prestando atención a la clase?
- Claro que sí profe.
- Haber dime algo acerca de la economía peruana en la época virreinal.

Este profesor de Procesos socio-económicos, no se parece nada al que tuvimos el primer año, me acuerdo que a ése le decíamos Espartaco, le pusimos ese apodo porque... Mi papá vio esa película como 10 veces, cada vez que la vuelve a ver me dice que...