jueves, 31 de marzo de 2011

Probabilidad

Como si fuera una broma cruel, las probabilidades se erigen como un enigma que nos complica la existencia, crea una sonrisa falsa e hipócrita que convertimos en una verdad incalculable, una negativa inquebrantable, un rezo en cada noche.

Cuál es la probalidad que dos amigos tengan los nombre iguales. nombre uno, nombre dos. Cuál es la probalidad de ver a la misma chica conocida, dos veces, en la misma hora del dia, en la misma parte de la calle y que yo la haya visto sin intención de buscarlas.

Cuál es la probalidad del encuentro, del cruce de miradas, de la atracción escondida, de la inquietud latente, de juego de palabras, del escrutinio tímido.

¿Cuál es nuestra probabilidad?

sábado, 26 de marzo de 2011

Ventosas

calido ambiente que forza el instinto, llevando una cosa a la otra, un juego extraño, un momento ingenuo, casi intacto, demostrando la similitud de las secuencias, de las acciones, de las postrimerias. Un encuentro vital, casi suicida, donde la cabeza retumba. un sueño brutal que aparecen de improvisto. Puesto.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Poemetría: No hay nada como lo tuyo.

Hay ojos que puedo verlos de frente
examinando la iris
colocando la córnea dentro de la tipología correcta
observando con exactitud las pestañas
curvándolas con la mirada
delineándo las cejas
hasta que sean una línea que se pueda ver
sin esfuerzo.

Hay manos que puedo tocar sin temblar
medirlas con las mías
para sustentar mis proporciones monstruosas
Tomarlas hasta producir conejos
descubrir las líneas del destino
frotar las palmas sin sudar
sin dudar.

Hay cabellos que huelo y completan el paisaje
con tonalidades que desvarían mi anaquel
con formas que pasan desapercibidas
por mi campo visual
que terminan siendo el acompañamiento ideal
para la cabezas andantes.

Sin embargo, hay ojos, manos y cabellos
que no puedo soportar
y son los tuyos.

Son tus ojos los que evado
no por temor a convertirme en piedra
sino a terminar más enamorado
sumergido hasta las profundidas de un sueño
que nace de tus pupilas, de tu córnea
de tus cejas y pestañas.

Son tus manos que se vuelven
imposibles de modelar
así como quisiera:
entrelazando tus dedos con los míos
esperando a que aguantes el sudor nervioso
de mis palmas
que comprendas que solo llorar de una emoción
casi patética.

Son tus cabellos
las que forman con burla el destino
de mis pasos
de mis risas
de mis versos
de mis silencios
de lo lejano de la meta
de lo imposible del inicio.

Es que pueden haber ojos, manos, cabellos
tantos de esos
pero ninguno se compara
con los tuyos
porque como ellos
ninguno.

lunes, 21 de marzo de 2011

Arquepito: Surtido de sueños

Complemento extremo de caricias matutinas, envase de dolor, pasión, amor, miedo, que se presentan en rojo fuerte, negro pesado, blanco caliente, amarillo ferviente. Hace sucumbir a la voz, la silencia sin más presiones, dejándola al borde de la inexistencia.

Forma de sustento, acaparador de los motivos que nos obligan a convencernos de que podemos cogerla con devoción, ni tanto con furia, ni tanto con desánimo. Siempre consistente entre los labios y el concreto sentido de levantarnos.

viernes, 18 de marzo de 2011

Poemetría: Nube

Cielo envuelto
en eternas disquisiciones
un pedazo de ti
brilla
auscultando al viento
que no se deja ver
que no me deja ver
                             te

Es la nube
quieta
parecen miles
confabulando
no moverse jamás
No
es solo una gigante sábana
acolchonada
que induce al secuestro

Espacio seguro
vacíos justificados
marea de eterna
tranquilidad
impávida
muéstrame los contornos
de otras ciudades
los latidos de planetas lejanos
miradas de otros reinos

Nube
déjame cantar en su pecho
suspirar en su oído
besar sus ojos
y ver sus labios
Mientras
no te muevas
quédate quieta
así
quieta.

jueves, 17 de marzo de 2011

Misivas 4

Billy The Kid:

Al final tu plan no funcionó. Te dije: ella siempre buscará encarnadamente dónde su pelvis se acomode perfecta; y sabes que la búsquedas son esfuerzos latentes, a veces eternos. Así que irá moviendo la pelvis hasta que 'fix'! Es una ardua tarea, no lo discuto, pero te dije Billy, no me hagas caer nuevamente en el juego.

Sin embargo tenías que mostrarme la página de tu viejo poemario. Esa nefasta página que tiene recuerdos en cada letra, cada palabra, cada verso, cada saliva que intercambiaba con ella (no, ya no el ph). Tú y tu bata blanca, tú y tu estetoscopio, tú y tus plumones y papeles y la letra horrible pero animosa ahí presente para empujarme a pensarla. No hables más, Luchito, déjame ser quien soy: el tonto de las mil novelas de amor y una noche.

Al menos sé que te tengo en alguna parte de mí, que floreces cuando un poema debo de dedicar a alguna muchacha candorosa (de cabellos de resorte que últimamente me sofocan). Lo único que sé y que no me dijiste, es que esa chansour d' amor no sonará nunca como antes... ahora mejor.

Ramón.

viernes, 11 de marzo de 2011

Misivas 3

Señorita:

¿Qué difícil se ha vuelto mantener un silencio, no? Qué difícil se me hace poder encontrar la ruta que abra tu corazón, tus nervios, que le dé cuerda a tus palabras, que ponga en movimiento tu lengua. La mía siempre estará paralizada por ese encanto que irradias cuando la distancia es insignificante, a un solo movimiento de poner mi brazo alrededor de tu cuello, ponerlo en tu hombro, acercarme, acercarte, y respirar al mismo tiempo, latir indefinidamente.

Qué jodido se ha vuelto no saber si una mirada significa eso, o que una palabra denota aquello. Inventarme las mil historias donde ambos jugamos a convivir dentro de las tantas vidas que intentamos vivir. No encuentro la formula, sigo pensando que tú la tienes guardada en la cartera. Y no es necesario que la pongas en práctica, simplemente házmela saber y yo haré el resto. La formula la tienes tú, yo poner en prueba el valor que le pones a mi corazón.

Ramón.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Misivas 2

Árbol:

Las cartas contigo han adquirido un matiz distinto, un aroma especial, una cadenciosa forma de las letras por dejarse escribir. Contigo, las hojas verdes que caen de tus brazos altos aceptan mi prosa con solemnidad; contigo, la sombra que me protege del brillo solar acapara todo mi cuerpo, mis brazos, mis pies envueltos en colores sucios. Ahora las mañanas tienen un vacío bizarro, desesperante; es bostezar hasta que el sueño vuelva nuevamente, con el cambiar del sol. En cambio las noches tienen esa particular manía de animarme, de convertirme en el noctámbulo modularon mis células: los ojos caídos, ojeras oscuras y vacías, el rostro ceñido a la inexpresión y mi silencio desesperante, que desespera siempre.

Te veo a los ojos, árbol, y me incitas a grabar mi nombre con el tuyo en tu corteza. Y aunque te muevas con elegancia, en danzante armonía, no puedo seguirte como quisiera hacerlo. Tus hojas danzan desde lo alto, moviéndose entornadas a tu sonrisa que se aparece en el momento en que mis ojos te perciben y desaparece cuando vuelves el rostro, siguiendo el movimiento a tu alrededor. Tu sombra es extraña, curvada, frondosa, infatigable.

En estos momentos que escribo esta misiva en una de tus verdes hojas mantengo la idea de convertirme en árbol, plantarme a tu lado y dejar caer mis hojas en tu hombro, en tus manos. Pero soy malo siendo árbol: mientras tu danzas de arriba a abajo, yo me quedaré plantado en alguna parte del vasto campo. Yo que me quiero quedar a tu lado y tú que te quieres quedar con el viento.

Ramón.

lunes, 7 de marzo de 2011

Misivas 1

Leticia:

Sé que las circunstancias entre nosotros han cambiado. Que desde la última vez que sentí tu cuerpo enrollarse con el mío no hemos vuelto a ser los mismos. Mil veces te dije, cien veces te susurré al oído pequeño, mientras rozaba tu lóbulo, que estábamos convirtiéndonos en eso que no quisimos. Bueno, acá me tienes, con el corazón que me late a 60 por 60 cuando te veo; las revoluciones han bajado, la tembladera a parado, los ojos que no pueden ver los tuyos ahora se mantienen rígidos viendo tu rostro que se muestra frente a mí, ya no hay la misma sorpresa al escuchar tu voz en el auricular. Ya no.

Ahora mis noches pertenecen a otro cabellos, la voz a cambiado, también la mirada que me evade no sé si por miedo, no sé si por complicidad o tal vez por soy la mirada constante que la busca. Cuando antes habías sido tú, luego de ese largo silencio que nos separó volviste a calar en los latidos, en el 10% de capacidad cerebral, en las casi 8 horas que sirven para dormir y que aproximadamente soñaba contigo. En las cartas anónimas, en los poemas desgarradores, las canciones que tocaban mi alma. No más tú en mis declaratorias de amor. Todo acabó. Terminamos siendo aquellos que no queríamos ser.

Pero, ¿qué tanto rehusabas ser ese 'ente' que yo tanto aborrecía. No lo sabré jamás. Tal vez quisiste convertirte en él para que la partida sea mucho más fácil. Quizás matar el último rezago de mi en ti, la minúscula idea que te complicaba en extremo, que no te dejaba ser.

Lo lograste.

Ramón.

domingo, 6 de marzo de 2011

Colección

Había decidido obtener un mechón de su cabello. Hizo caso omiso a quienes lo tildaron de acosador, enfermo, de sufrido de amor. Necesitaba ese mechón para ir organizando su colección; ya tenía un pequeño papel que se le cayó en alguna despedida nocturna, una chapa que había rozado sus dedos, una mirada displicente de reunión alegre, un beso de inconsolable presentación. Necesitaba un mechón para que la colección adquiriera un nuevo matiz, llegara a un segundo nivel... luego de eso podría obtener un pedazo de uña, una pestaña perdida, un milímetro de sus corazón.

Por ahora solo el mechón. Difícil enmienda, teniendo en consideración que las distancias eran casi de dos pies de los suyos, talla 43 de lejanía. Si la distancia fuera dos pies suyos, calculando, una talla 36, sería mucho más fácil. Pensaba con inquietud la forma de robarle un mechón, sin que ella suponga que tenía de conocido a un loco... claro, que sería interesante que supiera que él estaba loco por ella, pero para lograr dicho objetivo no debía de pensar, bajo ninguna circunstancia, que él era un loco de remate, un ido sin beneficio.

Pero la distancia era amplia aún. Los ojos apenas se tocan con la mirada, las voces hacían un esfuerzo para llegar a los oídos, las pequeñas caminatas que tenían rezaban para que la llegada esté lo más cercana posible. Un día al despedirse pudo tocar, aún no sabe cómo, el cabello dibujado en garabatos azules. Estuvo tan perplejo en sentirla cerca, caer en lo hipnotizante de su olor, en la sutileza de su presencia, que olvidó coger las tijeras que guardaba en el bolsillo del pantalón. Cuando se acordó de la terrible misión ella ya era parte de la inmensa pesadumbre del tráfico.

Esto sucede cada vez que se le acerca a saludarla o despedirse. La eterna intención de coger las tijeritas, cortar el mechón juguetón, clac, e irse feliz. Sin embargo, su colección tendrá que esperar... tal vez sea más fácil conseguir, o ganarse según palabras de Luis -Billy The Kid- Hernández, su corazón.