lunes, 19 de marzo de 2012

Consideraciones sobre un viaje I

Una niña de cachetes chaposos me contó, a modo de respuesta, a la pregunta ¿por qué no hay gatos en los pueblos?

"Los gatos son muy chiquitos. Podrán comer, hacerse gordos, les crecerá mucho pelo para que no sientan frío, pero igual siguen siendo chiquitos por su dentro. Sus pulmones siguen siendo chiquitos y no pueden respirar por la altura; les da soroche. Paran maullando nomás. No duermen, se echan un ratito y luego saltan, respiran rápido como si se ahogaran. Después de un tiempo los ves durmiendo tan bien que ya no quieren despertarse, y se quedan así, bien dormidos".

Lástima. No quiero un gato que duerma todo el día. Si alguna vez se me diera la oportunidad de vivir en la sierra quisiera llevar un gato. Lo que no falta son perros. La niña me dijo:

"Todos tenemos perros. Nos cuidan, nos avisan si viene algo malo. Además que son bien juguetones, siempre quieren jugar. Si ladran es porque hay alguien en la puerta o cerca a nuestra casa, nos avisan. Depende bastante de su ladrido. Si es muy fuerte y rápido no abrimos la puerta, llamamos desde dentro. Si no es así salimos con confianza".

Debo pensar la forma de llevar un gato a la sierra central, para que se aclimate y le crezcan los pulmones.

Antes de irme le pregunté a la niña si alguna vez había visto un gato.

"Solo en mis libros del colegio".

Lástima.

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