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viernes, 1 de mayo de 2009

Ramón y su nueva máscara

Hace algunos días Ramón escucho algo cierto con respecto a los nuevos lentes que se compraría. Una amiga lejana le hizo una comentario interesante:

"Comprarse nuevos lentes es todo un lío, es como cambiar de rostro. Las formas de la montura, el color, el tamaño; cambia completamente todo el rostro. Te da otro semblante".

Aquella sentencia le pareció más que razonable, totalmente cierta. Cada lentes que se ponía le cambia el rostro, pero aún más, le cambiaba el ánimo. Algo raro le pasaba cuando descubría una montura extraña entre su puente nasal, delante de sus ojos. Si eran muy pequeños y delgados se mantenía serio; si eran demasiado grandes y gruesos se ponía melancólico y pensativo. Debía encontrar la medida exacta.

Había pocas posibilidades en el mostrador. Hasta que encontró el perfecto: No demasiado pequeño, no tan grueso, no tan grande, perfecto.

Se lo puso, su rostro se mantuvo serio, despreocupado. De a pocos su mirada se iluminó y una extraña melancolía lo invadió. Por fin se reconoció.

- ¡Me llevo éste!
Ramón encontró su rostro entre ese mar de anteojos.

martes, 14 de abril de 2009

Un árbol llamado como tú

"... Saludos, Ramón"

Empaqué la carta y la dejé en buzón.

Sin pensarlo o tal vez recordando la misiva, busqué aquel árbol de pequeñas hojas, con las que uno, inexorablemente, tenía que jugar, arrancándolas así de fácil, característica lúdica de este árbol. Me senté a su lado y conversamos de todo, mientras quitaba algunas de hojitas así de fácil. Te recordé; recordé lo mucho que deseas ser este objeto. Por poco recito tu nombre en algún agurejo que emulaba una de tus orejas, pero quiero aguardar el momento de tenerte a mi lado y jugar con tus cabellos, como las hojitas lúdicas, así de fácil.

El árbol quedó grabado en mis recuerdos, espero que pronto sea tu rostro quien acompañe este bella imagen.