viernes, 1 de mayo de 2009

Ramón y su nueva máscara

Hace algunos días Ramón escucho algo cierto con respecto a los nuevos lentes que se compraría. Una amiga lejana le hizo una comentario interesante:

"Comprarse nuevos lentes es todo un lío, es como cambiar de rostro. Las formas de la montura, el color, el tamaño; cambia completamente todo el rostro. Te da otro semblante".

Aquella sentencia le pareció más que razonable, totalmente cierta. Cada lentes que se ponía le cambia el rostro, pero aún más, le cambiaba el ánimo. Algo raro le pasaba cuando descubría una montura extraña entre su puente nasal, delante de sus ojos. Si eran muy pequeños y delgados se mantenía serio; si eran demasiado grandes y gruesos se ponía melancólico y pensativo. Debía encontrar la medida exacta.

Había pocas posibilidades en el mostrador. Hasta que encontró el perfecto: No demasiado pequeño, no tan grueso, no tan grande, perfecto.

Se lo puso, su rostro se mantuvo serio, despreocupado. De a pocos su mirada se iluminó y una extraña melancolía lo invadió. Por fin se reconoció.

- ¡Me llevo éste!
Ramón encontró su rostro entre ese mar de anteojos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ramón despues de mucho tiempo..., los lentes , todo una cuestión, cuando te das cuenta ya no puedes estar sin ellos , simplemente no eres tu (a parte de no ver bien) , son komo una máscara LITERALMENTE, es komo si kuando los sakas, te arrankan un pedazo de cara.. y si uno va a vivir tanto tiempo kon ellos , k weno k haya enkontrado los perfectos!....

krmn