miércoles, 23 de abril de 2008

Dark Side Of The Moon... Eternamente recomendable

Sueño en los surcos de los vinilos antiguos y fantaseo en lo terriblemente hermoso que debe sonar el prisma en una aguja, de esas que dan vueltas como loco. Me dicen que aquellas máquinas tenía inscrita la música en el aire. Si no es el mejor disco de la historia del rock (rótulo que se lo dieron a un disco pobre, apenas sensacionalista, sin la mínima pizca de rock y harto de cereal pop), es definitivamente el mejor disco de rock experimental, llámese progresivo, de la historia y de lo que vendrá. Unos latidos, gritos, máquinas registradoras, diálogos, frases a los extremo enloquecidas, es el mejor inicio que un disco puede tener. Es el comienzo del Dark Side Of The Moon.

Y comienza con un suspiro... Las primeras notas de Breath son el ciernes de algo grande, tocadas con sutiliza, la uña se pasea por cada cuerda y la lentitud se vuelve una prerrogativa. Luego la desesperación, tanta tranquilidad parece rompernos los nervios y On The Run aparece con un aire a complicidad que nos parece extraño y truculento, más adelante nos daremos cuenta de era el comienzo de nuestra enfermiza realidad.

Los relojes nos detienen de nuestro camino sin final, ahora andamos despacio, pero alertas, como aquellas campanas tétricas. "Los segundos se van...". Time parece durar eternos 7 minutos, pero como el tiempo, también nuestra canción es cruel y desaparece con un nuevo suspiro... Breath reaparece y con ella el comienzo de lo que vendría a ser la canción más experimentalmente hermosa y cautivante que pudo hacer un grupo de rock.

La epopéyica voz de Clare Torry. Parece un lamento, un grito de ayuda, un inicio de demencia, o simplemente una voz clamando o luchando contra la voluntad de su mente. Estremecedora, impactante genial. Los gritos de dolor se convierten en lamentos, luego en perdón, duerme, eterna y admirable voz. Descansa y da un paso al verdadero baile en el cielo.

El sonido inconfundible de la máquina registradora marca el comienzo de Money... el bajo de Roger Waters acrecienta la emoción; ambición de arte. Gilmore explota luego del gran solo de saxo... Espléndido, no de los mejores del disco, de los mejores de la época. Siete minutos de una explosión llena de blues, jazz, funk. Luego las voces, comentarios, diálogos sarcásticos hacen de transición a un intro de piano: Richard Wright toma la batuta, Nick Mason le marca la base. Us ans them se aproxima como una brisa agradable amena, quieta; pero poco a poco se violenta, se acrecienta desmesuradamente y el coro reduce en entorno de la canción. Poder fuerza, un paso a una cena psicodélica.
La improvisación es una técnica increíble llevada al rock, al arte. Escoje el color que tú quieras! El título no puede ser más sugestivo, una canción para escoger con todos los ingredientes que una época y, para ser más específicos, una banda te puede ofrecer: Una mezcolanza no sólo de sonidos, de talento. Al final sientes, escuchas tanto que pareces explotar. Será la locura? Brain damage aparece fantasmagóricamente y suelta: El lunatico esta en el césped; la voz llena de demencia acompañada de un fondo pueril y casi mórbida, nos lleva por lugares inimaginables, secretos, alucinógenos. Cuando la canción parece terminar en un eco decreciente la fuerza invade nuevamente nuestros cuerpos, un último suspiro de claridad, de estabilidad:
"... y todo está bajo el sol. El sol está a punto, pero el sol es eclipsado (tapado) por la luna"
Adiós, parece decir el disco, se adentra a la oscuridad, allí, donde sólo uno pudo sobrevivir, y gozarlo a gusto.
"No existe el lado oscuro de la luna, a decir verdad es toda oscura". Seguro que la oscuridad y la locura son parte de nosotros y apenas y la percibimos.

A pesar de todo.

Caminamos muy separados para la ocasión. A pesar de todo, todavía tuviste el detalle de aceptar mi invitación. Trato por todos los medios de acercarme; pero tu rostro perdido en la acera, en el viento gélido, me devuelve a la realidad. Dos, tres minutos y tú apenas me diriges una mirada sobría y reseca, mueves los labios, te detienes; yo, confundido me detengo emulándote, me acerco, pensando en algún final de novela. Me tomas de las manos y te alejas poco a poco, mientras mi rostro se descompone. A pesar de todo me susurras, y la distancia apenas y nos separa.

domingo, 13 de abril de 2008

Fuma y no te quemes.

Nunca me pasará su cigarrillo. Ni pienso en pedirle uno, apenas saca la cajetilla, la guarda seguro, confiado. Me alejo un momento pra comprar uno de esos que venden por unidad. Y ni me mira. Hablamos; ya me acostumbré a no hablar de él con él. Sobre libros, autores, fútbol (siempre peleámos), cine, trivialidades; pero ya no de sus cuentos, de su vida. Nos separamos en Barranco, esperando, tal vez mañana, conocer algo que no sabré leyendo sus libros, su biografía. Conocer a Ribeyro no es leyendo sus cuentos; es tratando, casi mitológicamente, hacer que saque su historia no de sus manos, si no de su boca.

martes, 4 de marzo de 2008

Y así...

¿Que quieres tomarte unos rones?, estás loca. ¿Desde cuándo no vamos a conversar tomándonos unos cafés, fumando tranquilamente?

Si quieres vamos por debajo de la ciudad, por las alcantarillas, puede que encontremos a Rotalio y su espectáculo de luces. Puede que consigamos encontrar ese pedazo de luna con el que tanto sueñas, el que tanto deseas.

A veces pienso que no puedes estar un momento a mi lado, que mis manos son demasiado grandes, o que mis anteojos son un estorbo. Mis labios sí son demasiado grandes, pero tú sigues pensando en todas esa cosas, mientras el olor a carmines y alabastros no deja de sorprendernos en la eterna noche, mi amor.

Mi pelo aún puede estar corto, pero mis ganas de tenerte a mi lado aún permanecen largas. Sígueme, la noche está perfecta para dormir en aquella banca, mientras mis grandes manos tocarán tu cintura y procurarán no bajar. Dejarte dormir y esperar a que más adelante nuestros sueños concluyan en un eterno amanecer, intactos, juentos...

Y así... amaneceré a tu lado.