domingo, 13 de abril de 2008

Fuma y no te quemes.

Nunca me pasará su cigarrillo. Ni pienso en pedirle uno, apenas saca la cajetilla, la guarda seguro, confiado. Me alejo un momento pra comprar uno de esos que venden por unidad. Y ni me mira. Hablamos; ya me acostumbré a no hablar de él con él. Sobre libros, autores, fútbol (siempre peleámos), cine, trivialidades; pero ya no de sus cuentos, de su vida. Nos separamos en Barranco, esperando, tal vez mañana, conocer algo que no sabré leyendo sus libros, su biografía. Conocer a Ribeyro no es leyendo sus cuentos; es tratando, casi mitológicamente, hacer que saque su historia no de sus manos, si no de su boca.

No hay comentarios: