No me digas
que el silencio le pertenece
al desamor infundado
a la culpa ajena
Es la muerte la que te ronda
te va llevando de a pocos
volviéndote invisible
carcomiendo tus ojos
destruyendo tu piel
No le eches la culpa
al viento
el suelo liso
a las voces amenas
o tus pasos disipados
Fue los ojos con rabia
la voz arenosa
enervación frustrante
quien te lleva al otro lado
a esa pequeña oscuridad
la jaula
para un animal impotente
que grita porque es la única forma
de hacerse notar.
Vas a morir solo
y tu grito no le llegará
a nadie.
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