viernes, 5 de septiembre de 2014

Día 1

Leí a Bolaño escribir sobre un alemán medianamente conocido que, por azares del destino, logró reunir a 4 especialistas en literatura alemana que, por azares de la casualidad, tenían como principal ídolo a Benno von Archimboldi, autor alemán medianamente conocido del cual escribía Bolaño, el cual leí y por el que me encuentro ahora escribiendo.

Pensé en armar una cofradía de lectores/escritores que siguieran tan fervientemente al chileno, como los especialistas de literatura alemana lo hacían con Archimboldi en dicha novelita de más de 1100 páginas . Sin embargo mis esfuerzos fueron inútiles. Entre foros especializados, grupos de lectura y amigos en común solo pude encontrar lectores feroces, escritores más interesados en literatura no occidental y amigos a los que la lectura era más una afición a un deporte, como normalmente me pasa a mí... algunos días.

Por ese entonces ya venía releyendo el primer capítulo de 2666, cuando me topé con Rodríguez. Vio la tapa dura y roja, se percató en el título y, en plena tarde deprimente de agosto me preguntó con decisión a qué iba esta novela titulada 20. ¿Veinte?, le dije, 2666. Le acerqué el título a la cara, respondiendo con una mueca extraña, casi tan extraña como el cielo encendido en plomo. 20, respondió con certeza, suma los número y sale 20. Abreviemos, hombre, me dijo cambiando la mueca por una sonrisa mucho más extraña, algo... psicópata.

Comenzamos con un debate desaforado y un tanto fútil respecto a la necesidad casi religiosa de sumar las cifras que nos colocan delante de nosotros. Yo defendía a cabalidad la intención de restar los intentos o, por lo menos, multiplicar y dividir, formar composiciones complejas que no determinen fácilmente un título, sino hacerlo mucho más ameno con situaciones que difícilmente podrían conjurar un contexto nada positivo para nosotros.

- Restar las cifras solo conseguiría ahogar nuestras posiciones a un baúl sin fondo. Mira:

                           2-6-6-6= -16

- Yo había considerado proponerte este título:

                           2+6*6-6= 42

- Realmente ese título no va con la novela.
- Ni siquiera la has leído.
- La leeré y verás que el título más adecuado es 20.

En ese momento, mientras el bus (no había mencionado anteriormente el bus; sin embargo, se debe resaltar que los únicos espacios donde dos personas pueden entablar una conversación sobre un libro es en los parques tranquilos y en los buses caóticos, espacios sensibles a una buena lectura) avanzaba con total calma, haciendo crujir entre intervalos indecifrables sus viejas conexiones y sus descascarados límites... en ese momento nació la cofradía.

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