sábado, 30 de agosto de 2008

29 de Agosto (7:50 pm.)

Estoy en desacuerdo con García Madero (o con su triste vida). No logro comprender esa fascinación de los escritores, esa visión pueril de la vida, aquélla que aparece con las letras. Cualquier poesía o cuento parece traer consigo un sexo inundado y recalcitrante, un trago barato o un Merloc finísimo, o tal vez una noche llena de drogas (especialmente marihuana) que salen a borbotones de los bolsillos... Por favor, dejémonos de clichés: estoy seguro que la única aventura que han tenido es manosear a sus empleadas.

Me cuesta creer que la vida de los escritores jóvenes se desenvuelva de esta forma. Teniendo sexo todo el día, que un adolescente de 17 años le haga venir 15 veces a una joven de 26. Lo único que yo veo en los pasillos de la universidad son jóvenes estudiosos (algunos apenas con enamoradas y llegando simplemente al piquito) que buscan aprobar cursos, sacar su título y seguir escribiendo algo que gane un premio importante.Ya me gustaría hacer el amor todo el puto día. Ya me gustaría que mi vida tenga ese riesgo, aunque sea una pizca, que me haga sentir vivo. Pero aceptémoslo, esta vida tan lineal carece de emoción.

Y todas estas cuestiones pasaban por mi cabeza cuando Leticia me llevaba de la mano a la universidad. Había ido de rosado algodón de azúcar que me excitó al extremo. No me había dado cuenta que entrando a nuestra alma mater uno de los guardias había estado murmurando (o eso me pareció escuchar) algo sobre mí o de Leticia; no importaba, me quedé mirándolo como la muerte. No pensé en la arremetida del guardia que trató de enfrentarse conmigo. Comenzamos con los insultos y un poco más y nos agarrábamos a golpes, sino fuera por Leticia (estando de mi lado) y un segundo guardia separándome del malcriado. Al final no pasó a mayores, pero al salir por última vez de la universidad no dudé en darle una última mirada de odio al joven guardia que, más calmado, observaba el entrar y salir de los estudiantes.

Camino a casa comprendí que el carácter aventurero de los jóvenes escritores está presente , situaciones que alimentan nuestra creatividad, futuras narraciones o cuentos. No será un gran capítulo de novela, pero son aventuras en nuestro contexto y realidad... Aunque hubiera preferido mil veces tirar todo el día.

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