sábado, 9 de agosto de 2008

Mis dos formas de morir

En mi pueblo natal nace el relato de mis dos formas de morir. La primera pertenece a la innata capacidad de morir que tienen todas, absolutamente todas, las personas que hayan nacido en este pueblo pequeño de la capital. Hoy me acerqué a Doña Valia, que desgraciadamente sus 6 hijos perecerieron ante el maleficio. Me cuenta que la muerte proveniente del nacimiento en estos lugares es catastrófica: Primero sientes la pena de saber que no eres nada, que no has hecho nada, y que no haras nada; luego, ya en cama de tanto sufrimiento, comienzas a narrar, en estado de éxtasis, cada acto negativo que has realizado en tu vida. Cuando llegas al último suceso fatal, mueres, con un suspiro que hace temblar a cada integrantes de tu extensa familia.

Pero también está la otra forma de morir, esa que proviene, como me aseveró mi padre, del apellido, de la familia. Quise averiguar de qué forma se fenecía en esta maldición, pero las diferentes combinaciones de apellidos genera la incertidumbre. Lo único conocible es que mis hermanos moríran de la misma forma que yo, que los hermano de mi padre de la misma forma que él, que los hermano de mi madre de la...; claro está debido a los formación de apellidos parecidos.

Ahora la cuestión es cuál es la mejor forma de morir. Ya sé de una, sé que me va a pasar y estaré preparado para ello. Pero el segundo camino aún me es sellado por el destino... A menos que uno de mis hermanos muera... ¿Podría romper el maleficio si es que yo mato a mi hermano? Entonces ya no habría quién me mate, ya que los hermano mueren de la misma forma... ¿A que es una buena idea?

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