sábado, 3 de octubre de 2009

Un día de trabajo

Ingrid aparece tras la puerta de vidrio, lejano objeto que finaliza la escalera crujiente de madera. Ramón, sentado frente al computador, actuando como ejecutivo serio, trabajador honesto y aplicado, se muestra en poses extrañas que lo intentan hacerlo ver como si estuviera leyendo algo en la pantalla. Se muestra el triste escritoria con los íconos de la PC que intentan organizarnos un poco, sólo un poco.

Se saludan amistosamente, entre sonrisas complices. Ramón la observa de arriba a abajo; de reojo, cuando ella está de espaldas él tiene que verla sólo un instante, para alegrar la mañana. Ella le hace bromas, camina coqueta por toda la oficina instalada en lo alto y que da vertigo. Ambos no pueden dejar de interactuar con miradas, con risitas anónimas, con deseos reprimidos.

- Bueno, me voy -dice Ramón, un poco cansado.

Nos vemos mañana, responde Ingrid, sacando pecho. Ramón sale por la puerta y baja las crujientes escaleras. Este trabajo mata, piensa, mientras se acomada los lentes.

No hay comentarios: