sábado, 3 de octubre de 2009

Disgresiones sobre mi condición

Semanas. Ahora las semanas parecen cerrarse una sobre otra, esperando el momento oportuno que terminen los recuerdos y soledades y vuelva a iniciarse otro lunesdomingo de esos que ya no tienen amores no correspondidos o desamores imperfectos; donde ya no hay sonidos melodiosos salidos de estos dedos temblequeantes, ni escritos llenos de pesares del corazón o situaciones que son materia impúdica de relatos.

Las semanas ahora son un rosario plagado de cansancios que no se van; de comidas que entran frías en un estómago frío, con la tarde, el cielo, la banca fría. El rostro frío que no puede aguantar una lectura en la biblioteca, que duerme hasta que sea demasiada vergüenza estar con la sueño pegado en el rostro, o algún compañero altruísta aparezca y me levante con buenos modos. Las semanas ahora son separtas y libros, Quijotes y Borges que aún no llegan a la última hoja; son cuentos que nunca serán terminados, que nunca serán comenzados. Son amigos que te hacen reír, que te quitan el sueño; son conocidos que te hacen suspirar con ilusiones párvulas e incandecentes.

Las semanas ahora son ese deseo supremo de llegar al viernes... y que no llegue el lunes. El cruel juego de ese sistema que debemos aceptar.

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