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miércoles, 22 de julio de 2009

Poemetría: Adiós

¿Cúando será el momento perfecto para decir adiós?
Cuando el aire susurre tu nombre a lo lejos
Cuando sea imposible atraparlo
aunque corra
Cuando mis piernas no puedan gritar tu regreso
Cuando mi voz no pueda seguir tu olvido
¿Cuando será el momento para decir adiós?
Cuando sea capaz de articular cinco letras
y darle a la penúltima una tilde
para terminar con el dolor
Cuando tu rostro ya no sea capaz de regalarme una
sonrisa.
Cuando sea el momento de decir adiós
yo ya habré partido.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Un torrente de mí mismo

No sé qué hacer para impedir que los suspiros se vayan con el viento, recoger de la acera, guardarlos de a pocos en mi bolsillo, apretujarlos para que entren todos, para sentirme igual mañana, o no tan lejos, en la noche.

Los descubro y los coloco dentro de una caja, capaces de escaparse y decirme que la vida, mi vida, está llena se suspiros, de lágrimas, de corazones rotos, de cara deforme por la tristeza, de almohadas mojadas, de gritos sin sonidos, de adióses sin holas.

Los recojo nuevamente, la caja parece llena, pero cada día un suspiro me abandona, y se recuesta en lo más profundo de mi corazón.

viernes, 12 de septiembre de 2008

12 de setiembre (10:34 pm.)

La clase estuvo buena hoy, será porque hablé como nunca he hablado en clase, y la gente como que se sorprendió un poco; creo que ni tanto (saben de mi capacidad). Me quedé con las ganas de terminar la separata de Nugent, la acabaré en cuanto pueda.

Por la tarde salió nuevamente el sol. Creo que el invierno dice nuevamente adiós, y parece que cada año el invierno va desapareciendo de a pocos. Habrá un momento en la historia en que hará sol todo el puto año. Será el día que me mate. Una vida sin La gris es como no existir, es como si yo ya no sonriera, ya no hablara ni caminara.

Unas horas después apareció Leticia por la universidad. La demasiada tarea que tenía la obligó a venir a mi casa, donde podía utilizar, sin ningún costo, mi computadora y mi cama. Sólo utilizó la computadora. Aún puedo sentir su aroma en el cuarto, sus pequeños dedos en mi teclado. Al dejarla en el paradero sentí una pequeña brisa otoñal y una garúa nimia que no llegaba a distorsionar mi visión, a empañar mis lentes. Grité adiós en un silencio que se hizo eterno. Adiós invierno cruel y traidor, bienvenido sol primaveral.

11 de setiembre (11:32 pm.)

Me entretuve leyendo a un sociólogo peruano: Nugent (no recuerdo el nombre), que habla acerca de la formación de una identidad, basada en la vida cotidiana, en los quehaceres de los actores sociales en el presente, sin fijarnos en el pasado o en la tradiciones; simplemente dejar estos aspectos a cuestiones estéticas o éticas, la llamada conciencia histórica. Lo más interesante es que toma como ejemplo a J.M. Arguedas con su El zorro de arriba y el zorro de abajo, y su sociedad "hirviente", la conjunción de actores con distinta nacionalidad o procedencia, costumbres, tradiciones, etcétera. Ahora bien, este proceso de creación de identidades se expresa en dos grandes conceptos...

¡Carajo! ¡Qué mierda pasa acá! De la nada apareció un tremendo sol que ha interrumpido mi soliloquio intelectual... ¿Y qué fue con el día de ayer? Pensaba que este invierno duraría unos meses más, pero ha salido este sol primaveral que amenaza con romper el equilibrio que había encontrado en estos meses grises. ¿Será el adiós?