sábado, 27 de diciembre de 2008

Un torrente de mí mismo

No sé qué hacer para impedir que los suspiros se vayan con el viento, recoger de la acera, guardarlos de a pocos en mi bolsillo, apretujarlos para que entren todos, para sentirme igual mañana, o no tan lejos, en la noche.

Los descubro y los coloco dentro de una caja, capaces de escaparse y decirme que la vida, mi vida, está llena se suspiros, de lágrimas, de corazones rotos, de cara deforme por la tristeza, de almohadas mojadas, de gritos sin sonidos, de adióses sin holas.

Los recojo nuevamente, la caja parece llena, pero cada día un suspiro me abandona, y se recuesta en lo más profundo de mi corazón.

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