Esta es la gris que tanto soñé
Esta es la gris que quería ver
Esta es la gris que deseaba sentir.
Esta es la gris con la que soñamos,
pero que permanece en mis recuerdos
Y que nunca se irá
La Gris,
que quería sentir.
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lunes, 27 de julio de 2009
Sin más esperas
viernes, 1 de mayo de 2009
Los primeros días del otoño esperado
Estos últimos días siento una apacible sensación de tranquilidad. En el barrio un aire renovador parece darle vida a todos los rincones: las vecinas siguen chismoseando en grupo, ahora se apretujan entre ellas con más fuerza. Los chicos salen con esas raras cosas de largas mangas y han cambiado los shorts por largas piernas de tela. Juegan con más ganas, se cansan menos, sudan menos, corren sin aspavientos, las sonrisas no se pierden a pesar del cielo gris.
Pero yo veo otras cosas: el cerro cercano se va tapando con la vertiginosa neblina. El mar lanza su desconcertante olor, el cielo se tapa de a pocos. En las noche la luna y las estrellas a penas y se distinguen. En las madrugadas el frío es casi insoportable, como para no dejar la banca del parque donde voy disfrutando la llegada de este invierno que será especial.
El universo parece confabularse, quiere que deje atrás grandes malos momentos, que vuelva a ser yo y todo a mi alrededor. En el paradero, de regreso a mi casa, la neblina aparece en el cielo. Puedo distinguirla cuando susurra al lado de los grandes postes amarillentos, camina lento, se va asentando en la ciudad.
En los pocos días todo será perfecto. EL cielo gris de Lima reaparece.
sábado, 13 de septiembre de 2008
13 de setiembre (5:45 pm.)
Hoy me encontré con Rotalio el Teis. Me saludó desde una nube muy gris, apunto de estallar en una garúa de aquellos tiempos en los que el invierno era respeto. Me preguntó por Leticia y hacíamos balances generales del 1 y 3 meses que tenemos juntos. Vas por buen camino, me dijo y al instante recordó nuevamente su historia de amor, la más grande historia de amor.
Le subí a su nube algunas provisiones para seguir su vieja al otro lado del mundo (el invierno es más fuerte por allá, así que necesita ir preparado). Nos despedimos afectuosamente, diciéndole antes que le mandara saludos a mi doble en la antípoda.
En lo que continuó de la tarde el frío primó en la soledad de este cruel sábado.
viernes, 12 de septiembre de 2008
12 de setiembre (10:34 pm.)
La clase estuvo buena hoy, será porque hablé como nunca he hablado en clase, y la gente como que se sorprendió un poco; creo que ni tanto (saben de mi capacidad). Me quedé con las ganas de terminar la separata de Nugent, la acabaré en cuanto pueda.
Por la tarde salió nuevamente el sol. Creo que el invierno dice nuevamente adiós, y parece que cada año el invierno va desapareciendo de a pocos. Habrá un momento en la historia en que hará sol todo el puto año. Será el día que me mate. Una vida sin La gris es como no existir, es como si yo ya no sonriera, ya no hablara ni caminara.
Unas horas después apareció Leticia por la universidad. La demasiada tarea que tenía la obligó a venir a mi casa, donde podía utilizar, sin ningún costo, mi computadora y mi cama. Sólo utilizó la computadora. Aún puedo sentir su aroma en el cuarto, sus pequeños dedos en mi teclado. Al dejarla en el paradero sentí una pequeña brisa otoñal y una garúa nimia que no llegaba a distorsionar mi visión, a empañar mis lentes. Grité adiós en un silencio que se hizo eterno. Adiós invierno cruel y traidor, bienvenido sol primaveral.
Por la tarde salió nuevamente el sol. Creo que el invierno dice nuevamente adiós, y parece que cada año el invierno va desapareciendo de a pocos. Habrá un momento en la historia en que hará sol todo el puto año. Será el día que me mate. Una vida sin La gris es como no existir, es como si yo ya no sonriera, ya no hablara ni caminara.
Unas horas después apareció Leticia por la universidad. La demasiada tarea que tenía la obligó a venir a mi casa, donde podía utilizar, sin ningún costo, mi computadora y mi cama. Sólo utilizó la computadora. Aún puedo sentir su aroma en el cuarto, sus pequeños dedos en mi teclado. Al dejarla en el paradero sentí una pequeña brisa otoñal y una garúa nimia que no llegaba a distorsionar mi visión, a empañar mis lentes. Grité adiós en un silencio que se hizo eterno. Adiós invierno cruel y traidor, bienvenido sol primaveral.
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