miércoles, 9 de septiembre de 2009

Ramón y sus inquietudes

Hoy Ramón sintió que le daban un peñizco en el ojo y una puntada en la tristeza. Se sintió terrible desde que llegó a la universidad, y no lo alegró que ya tuviera trabajo, que no tuviera tarea; no lo alegró ver a sus amigos rondando los pasillos, fumarse un triplete de cigarrillos o escuchar esa conferencia tan buena. Se sentía triste.
Pensó que era el sueño. Dormía caminando hoy, andando por la facultad con los ojos entrecerrados, chocándose con todo el mundo. Esperaba despertarse a cada enfrentamiento de cuerpos, a cada choque; pero el amodorramiento parecía incansable: cansado de tristeza, es lo peor.
Pero a las pocas horas Ramón toma un poco de aire. No llega, se dice entre suspiros mirando por el balcón alto del tercer piso del pabellón. Conversa, ríe; por momentos mira de reojo el balcón, el pasillo... La ve y todo parece encausarse a lo que sería un día normal, de esos tantos en los cuales te miro, tú me miras, nos miramos, pareciera que somos uno para el otro... y al final te vas por tu lado, mientras yo sigo soñando, dormido y caminando, tropezándome con todos.

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