domingo, 27 de septiembre de 2009

Discrepancias

Con los silencios no tengo problemas. Pueden acariciarme en las noches, mientras llego a casa, o pueden molestarme en plena clase, cuando escribir es tan comparable al respirar o escuchar al androide hablar frente a mí. Con los silencios no pretendo enfadarme.

Con las soledades intento no toparme. Aumento la marcha cuando lo siento susurrarme en la noche, en plena avenida ahogada. Me escondo detrás de algún poste de luz, tratando de desviarlo, de llevarlo por esos rincones que sí merecen su nombre. Con las soledades tengo broncas... solucionables.

Pero con los desamores no imagino un encuentro, una conversación clara, un minuto de paz. Ataco con vituperios y miradas apretadas en encono; esquivo sus intentos y contraataco, luego escapo. Sin verlo un buen tiempo. Con los desamores es algo complicado: siempre salgo herido en aquellas afrentas. Son inevitables.

Con el amor... Prefiero no comentar.

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