domingo, 4 de julio de 2010

Sonidos de mi silencio

Para Christian, por pasarme el dato sin aspavientos
Para Lezama Lima, por su genio increíble
Y para ella, que sin quererlo se convirtió en una musa que no entraba en mis planes.


Pum pum, pum pum, pum pum… es algo de 80 latidos por minuto.

Tap, tap, tap, tap, tap, tap, tap. Y creo que vienes hacia mí. Sí, vienes hacia mí. Tap, tap, tap, tap, tap, tap... tap… tap. Te detienes. Soy uno cuando vienes y otro completamente distinto cuando te quedas parada en alguna parte del balcón que conforma el largo pasillo marrón anaranjadizo.

Issssssss…. Fuuuuuuuuu. La bocanada gris curvada y etérea no me deja ver tus ojos venir desde el norte infinito. Cabellos ensortijados en casi miel de estrellas que se confunde con el clamor de mis latidos. Pum pum, pum pum, pum pum… a casi 100 latidos por minuto. Que parecen desacelerarse, pero que comienzan a correr en sentido contrario a las manivelas del reloj. Tac tic, tac tic tac tic, pum pum, pum pum pum pum pupupupupum. 100 kilómetros por hora.

El humo encandilado se esparce en pequeñas fracciones de segundo. Tú ya no estás. Me vuelvo, me volteo, me dejo llevar a donde mis ojos te quieran buscar. Tap, tap, tap, tap. Tus pasos; los conozco de memoria. Te encuentro huyendo por la escalera y son sólo tus cabellos ondulantes y danzantes los únicos que logro distinguir entre el tumulto. Fiuuuu fiuuuuu, ohhhhhh, crash crash, Pom, pom, ¡cuidado oe! Pom pom y el tumulto que se hace denso y terrible. Me escabullo entre la masa y no estás. Mis latidos desaceleran en perpetua soledad. Pum… pum, pum… pum. Ya no quiere latir, no quieren vivir.

¡Plaf! No me queda más que dejarme caer en la inmensidad del pasillo. Apoyado en la pequeña pared de balcón, mis ganas se reducen a mirar el cielo estrellado que intenta aplastarme con su negrura. No hay ni motivo para fumar. ¡Plaf!, caen mis brazos; ¡plaf!, caen mis piernas; ¡plaf!, caen mis sentimientos a flor de piel. Me gustas.

Clac, clac, clac clac. Pat, pat, pat, pat. Chac, chac, chac, chac. Los pasos van, vienen, pero ninguno me recuerda a los tuyos. Onomatopéyicos como son, sonidos de mi silencio, conforman la apacible espera, el trágico hábito de hacerte mía nuevamente con la mirada. Hey, oe, pásala, corre huevas, ya comienza la clase. Terminan por convencerme de que mi empresa es pasiva y tétrica. Patológica en exceso. Yo sólo creo que es amor, un amor en ciernes que me obliga tenerme de una forma que jamás alguien pudo hacerlo.

Clac, clac, clac clac. Pat, pat, pat, pat. Chac, chac, chac, chac. Tap, tap, tap, tap.

Pum pum, pum pum, pum pum, pum pum… y acelera, acelera sin preguntar, sin el permiso correspondiente del titular. Acelera y sé que vienes, que estás subiendo las escaleras con tus dedos cubiertos en filtro esponjoso. Que cuando estés por doblar y entrar al pasillo tu Issssssss…. Fuuuuuuuuu no te dejará verme, estaré disperso como la bocanada que salen de tus labios carmesí fundido en eterna soledad. Esa soledad que tienen sonidos que te constituyen. Y que te hacen mía.

1 comentario:

José Ramón dijo...

Muy buenos trabajos en este blog
Un cordial saludo de…
Abstracción textos y Reflexión.