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viernes, 1 de mayo de 2009

Los primeros días del otoño esperado

Estos últimos días siento una apacible sensación de tranquilidad. En el barrio un aire renovador parece darle vida a todos los rincones: las vecinas siguen chismoseando en grupo, ahora se apretujan entre ellas con más fuerza. Los chicos salen con esas raras cosas de largas mangas y han cambiado los shorts por largas piernas de tela. Juegan con más ganas, se cansan menos, sudan menos, corren sin aspavientos, las sonrisas no se pierden a pesar del cielo gris.
Pero yo veo otras cosas: el cerro cercano se va tapando con la vertiginosa neblina. El mar lanza su desconcertante olor, el cielo se tapa de a pocos. En las noche la luna y las estrellas a penas y se distinguen. En las madrugadas el frío es casi insoportable, como para no dejar la banca del parque donde voy disfrutando la llegada de este invierno que será especial.
El universo parece confabularse, quiere que deje atrás grandes malos momentos, que vuelva a ser yo y todo a mi alrededor. En el paradero, de regreso a mi casa, la neblina aparece en el cielo. Puedo distinguirla cuando susurra al lado de los grandes postes amarillentos, camina lento, se va asentando en la ciudad.
En los pocos días todo será perfecto. EL cielo gris de Lima reaparece.

sábado, 4 de octubre de 2008

4 de octubre (9:42 pm.)

Siempre por estas temporadas las calles se tiñen de morado. No de rojo, ni de gris, ni de amarillo; de morado, de púrpura. El olor que toma Lima es de incienso, de iglesia a punto de caerse. También de dulce, de salado, de ají, y de sudor, tanto sudor...
Por estas épocas sale una imagen que viene rodando en los corazones de los fieles, en la calles del centro, en el rabillo de la Villarreal. Salgo con Roberto y Freddy y sentimos la mezcolanza de sudor, color, ají, menta, semen. La procesión, dice Freddy con la cara somnolienta. La calle está cerrada y sigo un mierda entre dientes. Roberto, con su sentido del humor todavía muy pueril, comienza con sus comentarios desorbitantes pero divertidos. ¡Mi carro si va a pasar!, le respondo exasperado. Hoy decidí volver a escribir... Este es un suceso que merecía ser escrito, materializado.
Y es que ver este tipo de acontecimiento me llenan el espíritu: Ver las calles llenas de esta Lima patética, descolorida; pero esperanzadora y colmada de miles de sabores, y colores que pretenden aparecer en el horizonte. Me dice que existen los milagros.