jueves, 18 de diciembre de 2008

18 de noviembre (6:11 pm.)

Jenny, sonrisa en toda la cara, me explica que las clases ya acaban y que están dando exámenes los que salieron desaprobados en el final. Eso demuestra por qué estoy tan calmado en el balcón, afuera de mi salón de clases, hablando tan alegremente con Jenny.
Ya comienza el verano, por no decir que ya comenzó, y me siento demasiado etéreo, alejado de este lugar llamado universidad, de este sentimiento llamado incomodidad y de esta conversación llamada amistad. Jenny me dice que el próximo año estaremos en la noche y esbozo una sonrisa algo divertida. A lo menos estaré alejado del sol, le respondí entre sueños, esperando que me dijera que todo estaría bien en próximo año.
- ¿Y qué vas a hacer en verano, Ramón?
Luego de mucho tiempo escucho ese nombre, mi nombre. Aquél que quise evitar desde que comencé con este penoso diario, y que poco a poco he dejado de alimentarlo con tristes historias, reflexiones del vida y alegorías al amor. Escuché ese nombre lejano y me gustó. Me gustó llamarme, como siempre Ramón.
Le agradecí a Jenny por hacerme recordar mi nombre. Se quedó algo desconcertada. A lo lejos, yo ya me iba, me decía que había leído algunos de mis relatos. Escuché esto último con gran alegría mientras repetía: Ramón, Ramón, me gusta Ramón!
Y así Jenny quedará en ese lugar de mi cabeza, donde los recuerdos revolotean cada cierto tiempo, siempre agradeciéndole por ponerme un nombre, y por leer los cuentos que nadie, nadie, lee.

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