domingo, 7 de diciembre de 2008

Un encuentro más que extraño

Últimamente estoy saliendo de la universidad más temprano de lo normal, consecuencia de la culminación del año universitario. La tarde se muestra más soleada de lo habitual, lo que me mantiene en un posición expectante y pasiva de lo que pasa a mi alrededor. Un movimiento brusco podría traer serias consecuencias en mi estado de ánimo en lo que quede del día.

Leyendo a Onetti (que esperaba, hasta el cuento que estoy leyendo, más de él), observo que sube una pareja. Reconozco a la joven: una chica muy simpática que nos gusta a todos en mis salón. Ante la no presencia física de Leticia, me pongo a observar a esta chica, que para no ser hipócrita y poco objetivo, es muy hermosa físicamente. La observaba fijamente a los ojos, rostro de extrema hermosura, acción que tuve que cortar ante la presencia de su enamorado. Soy muy respetuoso cuando una joven se encuentra con su pareja.

Sigo leyendo, no habrán pasado ni diez minutos en el bus cuando siento que alguien se acomodó al lado, sin querer observo al sujeto: Era la joven que hace unos minutos había subido con su enamorado y ahora estaba a mi lado, mirándome amigablemente, casi como si me conociera.

-Mi enamorado se pasa -me dijo indignada, muy amigable y gentil, como si me conociera- quiere que lo espere en su trabajo como dos horas. ¿Qué voy a hacer dos horas en una oficina inmunda?

- Bueno, hay muchas cosas que hacer -respondí de la misma manera, como si fuéramos patas de años, sin la típica vergüenza por conversar con alguien nuevo, lo que me causó mucha confusión-. Puedes ordenar sus papeles, jugar en la computadora, leer un libro, escribir.

- Qué divertido. Preferí irme de frente a mi casa, y te hablé para no estar aburrida viendo el paisaje por ese vidrio tan cochino. Además me he dado cuenta de que me miras mucho, ¿será que te gusto?

Me puse nervioso por primera vez. Este tipo de situaciones me disgustan de sobremanera. Traté de evadir la conversación.

- ¿Y cómo va todo en la universidad?

- Pésimo, sólo sé que este año termino todo lo que debo en cursos...

Se levantó, ni siquiera se despidió y salió disparada del asiento hasta la puerta delantera del microbús y con un pequeño saltito cayó en la acera. Desde dentro del bus, miré a la joven. Sabía que si me cruzara con ella alguna vez por la universidad, no me reconocería, ni mucho menos me recordaría.

Seguí leyendo ese cuento aburrido preguntándome cuál sería el nombre de aquella joven.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Samico que chevre esta este ultimo post tuyo, de echo, ocureen cosas que a uno lo dejan atonito en el dia, pensar que se resume todo a un cruce de casualidades y emociones, ja!" las clases de Ccopa sirvieron de mucho despues de todo, genial Samith sigues con tus post =D