sábado, 28 de noviembre de 2009

Ante la hoja en blanco

Hoy, luego de tantos intentos por encontrar un lapicero y un tiempo que me ayude, luego de tantos desencuentros con el ocio. Hoy, luego de tantas molestias que se aparecen en los pasillos, de los gritos molestos y exánimes, de los rostros burlones y el mío compungido y avergonzado, me he decidido a escribirte.

Escribir que esto que sentí fue tanto más de lo mismo. De esa terrible imagen que es tu rostro que no podré conseguir, de que estas líneas no tocarán tu piel suave y tus curvas peligrosas, que no podré recitarte deseos absurdos y sueños empedernidos. Hoy escribo sin sornas ni tristezas, ya casi acostumbrado a los tropezones de la funesta vida, a las noticias dolorosas, a tu sonrisa a través del vidrio, de mis vidrios.

Te escribo sabiendo que esa sonrisa es la que me dice "tengo una oportunidad", que tus ojos busca los míos que son incansables de los tuyos, de tu forma de molestarme y hablar, un poquitín distinto que al resto, que por momentos parece que es igual para todos.

Hoy te escribo, recordando todo de ti por última vez, esperando que mañana seas la última letra de este escrito, el último verso del poema, el último suspiro de este cuerpo sin nada más que decir.

No hay comentarios: