domingo, 15 de noviembre de 2009

Hojas al aire #2

Se acomodó la casa de cuero frente al espejo iluminado por ese único foco amarillento del cuarto. Agarra la botella que golpea con fuerza en la base, esperando que caiga un poco de gel; va cayendo una materia acuosa y tranparente, un tanto nimia, que se le coloca en la cabeza desordenada por las horas y el trajín del día. Maldice al sentir parte de su cabello duro y sin brillo, casi muerto. Se echa un poco de agua para emparejar los cabellos dispersos; un poco de perfume en todo el cuello y detrás de la oreja. Se acomoda la casa de cuero frente al espejo. Está listo para salir.

12 de la noche. Cierra la puerta con fuerza; la noche está sin nubes en esos comienzos de primavera. Mientras avanza prende un cigarrillo, esperando no cruzarse con algún vecino entrometido, con una alguna vieja chismosa.  Atravieza las calles y pasajes con algo de suerte; sólo se encuentra cin el vigilante que, de rato en rato, toca el pito inquisidor e inoportuno. Lo saludó, con el paso rápido, queriendo llegar al paredero.

        

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