domingo, 15 de noviembre de 2009

Hojas al aire #1

La cerradura no se inmuta antes mis ojos; se mantiene hermética en el silencio, en la oscuridad de esa noche que obliga a mis ojos a no querer abrirlos más. La herradura seguía cerrada y callada; sacándole cachita a mi desdicha, a mi cansancio. Sólo me quedó observar la rajadura codificada de la abertura: una línea geométrica y divina, simple al mismo tiempo, un laberinto divertido, desdibujado, grotesco y sensual.

Una línea que baja, que se quiebra a la derecha, vuelva a bajar, izquierda, derecha, baja y acaba. Sombreada con negros, oscura cueva, tal vez insondable, repleta de mecanismos complelos, artificios impensables, un rompecabezas perfecto y mitológico que confabula al universo para un solo fin.

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