jueves, 1 de abril de 2010

Molestias

Me ha salido un grano, y no hay nada más aburrido que reventarlo. Ha crecido más allá de la superficie de mi piel y me cuesta encontrarle el origen maléfico que ha deformado un poco más mi rostro. Mis dedos son demasiado grandes para intentar tal cometido; mis uñas demasiado intensas para no dejar marcas en mi cara y una fuerza que no existe que ni pienso en la posibilidad de extirparlo. Dejaré que madure, uno o dos días más, para que caiga por sí sólo... o con ayuda.

Dejé de vista el grano y veo que me ha salido un ojo, una oreja y par de lentes en el rostro. Intento también aplastarlos, esta vez con fuerza, pues son los que más deforman mi cara. El espejo no aguanta tremendo forúnculos: Mis ojos terminan explotados bajo el vidrio clonador y mis lentes dejan una materia hecha de vidrios y monturas gruesas y negras. Mi oreja cae en pedazos y no soy más que un grano y una nariz.

Y aún no puedo reventarlo.

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