domingo, 16 de mayo de 2010

Abismos frente a mí

El camuflaje me sienta bien. Me entra preciso, cubriendo mis facciones y mis sentimientos encimados en la piel. Me cubre todo el cuerpo, dejándome los ojos para ver, la nariz para respirar y la boca poder suspirar. Con mi nuevo camuflaje no puedes verme; estás tan cerca pero mi presencia es nula, abstracta y fantasmal. Sonríes y te mueves al conducir del viento, me evades tanto como mi camuflaje puede absorberme en la lejanía de mi ausencia.

Corres y sombreas el aire parsimonioso con tu sonrisa, con tu mirada que arma con precisa delicadeza los contornos de la habitación. Sentado desde el sillón entumecido y adormilado, te veo comer el espacio al lado mío; un abismo que me separa de la realidad, pero que es tan profunda como tus intenciones conmigo. Estás nuevamente distraída en tantas cosas que mi existencia parece ser empeñada a la vieja usurera de la esquina. Por un instante, pequeño murmullo, tu mirada cae al sillón taciturno y cetrino. Esbozo una sonrisa cuando siento tus pupilas dilatadas en mi iris caleidoscópica... pero no la ves, vuelves tu danzar profano, a tu existencia sin pesadumbres.

Ahora, como siempre, estoy invisible para ti... pero ahora tengo una escusa: mi nuevo camuflaje contra ti.

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