sábado, 8 de mayo de 2010

En una caja de cartón

Ramón sabe que la única forma de no dejarse ver es meterse en una caja de cartón. La hizo a sus anchas, para que contengan sus magnitudes y sus medidas extremas, un par de huecos al frente para ver, un par de huecos a los lados para oir, y cientos de huequitos en la parte de arriba para poder respirar. Le dibujó una sonrisa pequeña en la parte frontal para que no perdiera lo poco humana que le sobraba.

Anda por lo pasillos de la universidad entre tropiezos y faltas. Recibe gritos enérgicos y patadas odiosas. Camina con las piernas entrecortadas, tratando de pegar la caja lo más cercano al suelo, casi saltando, haciendo flexiones, se cansa a los pocos pasos. Es un martirio subir las escaleras, espera que pasen todxs o que algunx le ceda la vía.

En el aula todo se calma. Responde a cada saludo que escucha e inventa una nueva escusa a cada pregunta, a cada burla. Hasta que, siempre, en casi todos los días, la ve salir del aula del costado con el movimiento de sus cabellos y la mirada que penetra en la caja, cartón que protege, que la aleja de él. Voltea la mirada; la sonrisa mira hacia el frente, lado frontal de cuadrado de cartón, y camina, se va de largo. Ramón - caja piensa que se a librado de ella...., pero no.

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