miércoles, 5 de mayo de 2010

Al ruedo.

Nuevamente me siento metido al ruedo. Estoy montado en esa mecedora cruel que es el designio de mis ganas por hablarte, verte reir, hacer más de lo que hace un simple receptor con un oído que te escucha a lo lejos, con dos ojos que te ven desde el rabillo, con una nariz que respira para no morir antes de que tú me mates y de una boca que solo se queda silenciosa, que permanece cosida con alambres de neón que brillan pronunciando tu nombre.

Estoy de nuevo en el ruedo de sentimientos que chocan en mi pecho, que lo destrozan por momentos, que debo volver a reconstruir para que no salga tu voz gritando a la infinita realidad que eres lo que necesito, que te has convertido en ese juego que me gusta perder, en el que soy el perdedor impulsivo y desesperado. Juego yo solo a veces, intentando buscar tu mirada, esperar que te acerques para que me saludes porque yo nunca lo hago, sentir que avanzas o que conversas con todos... menos conmigo.

Esta mañana gris siento, más que nunca, que he vuelto al ruedo. A mi eterna contradicción de querer tenerte a mi lado.

No hay comentarios: