viernes, 11 de febrero de 2011

11 de febrero

Yapes y fue así que de decidió no pensar más en ella. Se metió dentro de un cajón lleno de medias rotas en el talón, calzoncillos percudidos en zonas extrañas y pudorosas, esperando llegar a escuchar su nombre con su voz, eso que no había escuchado nunca jamás desde que la conocía. Su nombre salir de esos labios pequeños, herméticos como sólo saben serlo herraduras fuertes o candados tercos.

Y así pes, estuvo metido al lado de una media perdida al fondo del cajón, esperando por su nombre. Jugaba callado con un par de pasadores que habían perdido su zapato; estaban limpias, blancas como nada en ese cajón. Brillaban los pasadores por las noches y tenía que esconderlos entre el montón de ropa para poder dormir. A las mañanas abría el cajón para airearse de tanto olor a guardado, a tanto detergente utilizado. Con el rostro decaído, esperando el llamado, el detonante momento para salir de ahí.

Puta, causa, y quién sabe hasta cuando será un calzoncillo sin usar más.

No hay comentarios: