miércoles, 2 de julio de 2008

La hora del té

- Dame la taza, con ella resfriegaré tus ojos hasta verlos más cetrinos de lo normal.
- Apenás y puede notar la melancolía en los tuyos...
- ¿No confías en mí? Aparte de las cosas qu cada día te digo, además de los miles de pensamientos sucios y excitantes en los que estás involucrado en mis pensamientos, sigues dudando de mí?
- No dudo, es que es imposible. Tómate el té antes de que se enfríe.
- No se enfríara porque estoy muy caliente, ¿vez todo lo que ocasionas?
-Pervertido.
-Me encanta la hora del té.

Toman las tasas mientras ella, todavía despistada, no siente las manos inquietantes que suben por sus muslos...

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