sábado, 6 de junio de 2009

La lluvia de Amil

Hoy llovió como nunca en Amil. Me parece que ya hace más de un año que no caía tanta agua de ese cielo gris; desde aquella vez ya venía soñando nuevamente con la lluvia, pero nunca volvió. Ahora me siento agradecido y revitalizado: la lluvia me persiguió por todos lados, y no piensen que fue aquel símbolo terrible de la mala suerte; es una forma elegante de decir que llovió casi toda la mañana, en todo Amil.
Pero algo literalmente cierto hay en aquella frase. Llovió por todos lados, hasta en el carro; las lágrimas me caían aun estando bajo un techo de metal, de todas maneras mis lentes eran varias veces limpiados, mi chompa aguantaba aquellas gotitas temblequeantes y yo tratando de comprender cómo me llega aquella lluvia estando tan apretado al fondo del vehículo.
En fin, la ciudad roba tiempo me dio un respiro. Ahora sólo trato de imaginar cómo hacer para que no entre la lluvia en mi habitación.

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