martes, 20 de septiembre de 2011

Luciana, la de los cabellos garabateados.

Luciana era su nombre. Pequeña, flaquita, cabellos como garabatos, ojos grandes bien delineados, de perfil aguileño, labios moldeados con delicadeza terminando en finamente en al consecución de una sonrisa a medio dar, mal hecha, casí por obligación.

Me gustó, no lo voy a negar a estas alturas. Pero en ese momento su sonrisa mal fingida y su falta de interés me obligaban a pensar, idea que acerté, que traída con engaños a esta reunión. Theodoro miraba atentamente la escena: yo la miraba atentamente con mi sonrisa de bienvenida, esa que pego con esfuerzo en mi cara cualquiera que sea la situación. Me quedé pegado a su rostro, a su cabello indefinible a sus ojos que me esforzaba para mantener los míos pegados a los de ella. Ella miraba todo menos a mí, lo que fortaleció la idea de sus forzosa presencia en esa reunión; no sabía que hacer con las manos y bajaba la mirada cada tantos segundos para mirar al gato feo, esperando que diga algo, que le dé instrucciones sobre qué hacer o cuáles eran los objetivos de aquel encuentro.

Fui yo quien habló.

- Mi nombre es Ramón, tengo 24 años, soy sagitario...

- Mi nombre es Luciana -me cortó como si voz fuera una navaja-. No sé qué hago acá -su falta de tino destruyó mi sonrisa pegada con delicadeza-, el señor Adorno creo que tiene algún plan para nosotros-. Y lo volvió a mirar.

Me reí, con entusiamo, por la situación, por las malas ganas de Luciana, por haber escuchado 'Sr. Adorno', por los aires refinados que había adquirido el gato feo.

- Señor Adorno -contenía la risa- dígame de una vez qué hacemos acá.

- Muy fácil señor Sach. La señorita Valencia es elemento aire.

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