lunes, 26 de enero de 2009

Ramón y sus reencuentros

Y como que Ramón ya se había cansado de que le digan que nos encontremos. Le cansaba hacerse el especial, el despreciable, el encantador y decidió por fin reencontrarse con Gladys a las 5 pm. en una pequeñuela plaza limeña. Eso sí, nada de remembranzas ni sorpresas; a la primera se iba corriendo.
Y que llega temprano. Se protege bajo los techos del Boulevard de la cultura, se esconde entre el olor de los libros esperando desaparecer de lo que él llamó un "acercamiento al peligro, acercarse al terreno enemigo". A las 5 en punto suena el celular, no sabe cómo, pero presiente algo...
-¿Ramón?
-¿Sí........?
-¿Ya estás en Quilca?
-Sí.... ¿Tú dónde estás?
-En Quilca.
-¿En qué parte?
-¿En qué parte estás tú?....
Y como que me cansó el lío de las preguntas y me dijo "espérame parado ahí, no te muevas que ya estoy ahí". Las frases se repetían tanto ese día. El miedo se apoderó de mí cuando la vi, tan simpática como nunca y yo tan amarrado a Leticia y su "no seas mala gracia, le invitarás algo supongo". Y yo que tenía en la cabeza un Lucky Strike. Qué desgraciado.
Y que las frases tenían ese sabor dulzón al recuerdo, y que pesaban en mi boca y se escondían en mi mente. Y ella igual, que algunas veces los recuerdos se perdían más y los silencios perduraban más y se hablaba de laboratorios y amigos y estudios y trabajo. Caminábamos escapando del sol, hacía un lugar donde podríamos sentarnos cómodamente. Y polos y Venezuela y diseñador gráfico y ¿dibujas?.
Y Ramón que olvidaba poco a poco los prejuicios anteriores al encuentro y se soltaba, se reía, jugaba, recordaba como es debido. Gladys hacía los suyo. Hasta que cada uno calló nuevamente... Era momento de hablar de las parejas de cada uno, y no pararon hasta que oscureció.
Y al final yo que callo y ella calla. La miradas, Ramón piensa lo peor. Pienso que ahí, acá va a ocurrir, se me va a acercar y yo, pensando en mí, en Leticia, en los dos, y no en ella, me alejaré y le diré:.... Pero no ocurre nada, volvemos a lo mismo. Nos despedimos y cada uno a su casa.
Y el ring, ring, "Hola amor", "¡Ramón!, ¿cómo te fue?".

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