miércoles, 6 de mayo de 2009

Encuentro

Me encontré con Julio Ramón en un café cercano a la plaza San Martín. El pidió un expreso (le echó algunas cucharadas de azúcar) y yo un americano (conversamos sobre la terrible manía de los gringos por ponerle su marca a todo). Luego salimos a conseguir cigarrillos. Lo insté a recorrer el Boulevard de Quilca, pero su desesperación por tabaco me infundió gran incertidumbre. Caminamos algunas cuadras buscando algún vendedor; mientras, conversábamos sobre la necesidad de una literatura propia. "Autores como Arguedas y Ciro Alegría demostraron que podemos encontrar un camino hacia nuestra propia conciencia, encontrar una identidad". Le sugerí que adhiera a esa lista su nombre. "Yo soy hechura de varios autores, de varios cuentos; mi vida está transcrita bajo esa lupa".
Una jovial señora nos brindó cigarros. Él, Malboro (me hizo acordar el juego de palabras), yo, un Lucky Strike (me comentó que a su edad ya no tenía esa manía de probar nuevas marcas de cigarrillos sino deleitarse con aquellos que lo acompañaron en su pasado). De a poco lo fui llevando a Quilca.
Compró un par (nuevos cuentistas peruanos). Yo compré uno que me recomendó: El péndulo (Umberto Eco); "como para no dejar de leer a Eco, hasta sus libros de semiótica", me dijo. Volvimos nuestros pasos hacia la plaza San Martín; se despidió acomodándose el bigote ralo, algo crecido y sin cortes. "La próxima trae tus cuentos para decirte si tienes que soltar las ataduras y vivir del hedonismo."
Aquella tarde llevaba una camisa a cuadros, un pantalón de vestir crema y unos zapatos brillantes y negros. El poco cabello se movía al ritmo del viento gélido que sacudía Lima en esos meses de mayo. Prendió otro cigarro y dobló la esquina.

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo tambien tengo mi rincon, buen blog