jueves, 14 de mayo de 2009

Extractos de aquella vez que te vi en el rincón

De María Emilia me gustaron sus labios entrecerrándose en el vacío, sus ojos mirando un horizonte desconocido. Me enloqueció su rostro apoyado en su frágil mano creadora, sosteniendo sus cabellos, esperando o reflexionando sobre la llegada de alguien que pueda sentarse junto a ella en esa imagen empolvada por el desconcierto. De María Emilia me enamoré semanas después, cuando leía algunos de sus versos; pesadumbre de su semblante, catatónicos, herméticos y eufóricos. Aquella imagen me marcó: no pude encontrar aquel registro fotogénico que encandiló y encaminó mi suerte en los siguientes años. De María Emilia no sabía nada, sólo que quería ser el reflejo de sus ojos y leer salvajemente sus versos grabados en su piel.
Me enamoré de ella leyendo sus pasiones, viviendo sus lágrimas, recordando aquella foto. Aún permanece en mi cabeza ese cetrino color cargado de su rostro imperturbado de su soledad preescrita en mi corazón. Comencé a leerla a los días de que aquella imagen quedara tatuada en mi existencia...

1 comentario:

Anónimo dijo...

M suena a kuando me enamoré de Mario y de Noel ...! o más bien de lo q me hacen pensar...!

Porqué pasa eso..?

Carmen