martes, 2 de septiembre de 2008

2 de setiembre (9:04 pm.)

¿Por qué me afecta una simple llamada telefónica, un timbre de voz? ¿Un silencio casi perpetuo? ¿Un corazón inseguro, un alma solitaria?

Mi vida va y viene en un interminable sufrir y vivir, morir y alegrarme, parece (sin mentir) cuando jalas la palanca del escusado, retrete o, como decimos los peruanos, WATER; bien resaltado para demostrar que la literatura carece de patrones arquetípicos, siguiendo lineas del buen gusto, o guiarnos por una maldita cultura que no es nuestra. Yo hago mi maldita y nefasta literatura, sin querer llegar al barroco o al vanguardismo, o la mierda del realismo visceral. Quiero, necesito de mi propia manera de escribir...

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Todo las frustraciones del día parecen haber recaído en la primera parte de este diario. Comencé tratando de explicar lo que siento (o sentí en determinado momento), y terminé trasgrediendo sobre mis propios demonios (la poca calidad de mis escritos). Parece que hoy es mi día de decadencia (perdonen la cacofonía, pero no estoy con ganas de buscarle un sinónimo a decadencia) personal.

En universidad estuve de manera muy distinta a la que me siento ahora, casi elevado por un extraña alegría. Ahora, escribiendo estas líneas, sólo pienso en ponerme a dormir y no levantarme jamás.

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