miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ramón y su(s) soledad(es)

Y es que Ramón también convierte un solitario momento en soledades enternecedoras, en silencios que acomodan a la reflexión, que promueven el diseño hierático de los sueños, acomodando frases, construyendo historias, analizando la posibilidad de dar un paso en falso y embarrarse completo, sin lugar a resarcimientos con uno mismo. Esa es la soledad que lo acompaña, que lo arrulla en el camino directo hacia donde ni el mismo conoce.

Una soledad que se explaya y comprime a su alrededor, que entorpece matices, que no da respiro a la visión. Puede que la soledad te acompañe hasta completar la habitación, el bus, que complete el silencio; otras es solo un boleto de bus, una moneda perdido entre los bolsillos, un poema mal escrito, una frase precisa. La soledad puede ser un minúsculo momento o un gran acontecimiento, grados de uno debe aprehender, hacerlos suyos, convivir con los momentos en los que somos uno y el universo, uno y uno mismo, con sus temores, miedos, amores y secretos.

Ramón contempla la noche. Una, dos, tres estrellas son las únicas que se dejan ver en el cielo opaco de tanta luz artificial. Siente un pequeño vacío en el pecho, le tiemblan las manos y los ojos se ensombrecen, aguados. Un bostezo, la soledad muchas veces también aburre.

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