Me recogieron cuando iba a comprar el pan. Eran casi las 9 y una pequeña flor amarilla había florecido al lado del camino, muy cerca a la vereda. La olí, supe de su inocencia, de sus locas ganas de vivir; la coloqué muy cerca a un jardín. Mientras la enterrada con delicadeza apareció Suelen, pequeña como era, con la mirada fija en los ojos y la mueca siempre hacia abajo, que no expresaba ni tristeza ni alegría. Me agarró y me llevó a su casa. Desde ese momento me adoptó.
(primer párrafo de uno de mis tantos proyectos)
1 comentario:
muy bellas esas letras....un toque intimista....me hace acordar a las letras de Evaristo Carriego...seguí deleitándonos con esas palabras que magicamente transformas sentimientos....
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