Cuando Ramón aparece tras bambalinas siente la incontrolable necesidad de agarrarse de algo, o de sostenerlo, pensando de que le caerá encima, de que perderá el conocimiento y estará nuevamente en ridículo. Bueno, pensar que esto no le sucede con cotidianidad es un absurdo: le sucede todos los días.
Y es que todos los días busca esconderse de lo que siente. Se apretuja contra la silla y se deja llevar por los sentimientos satíricos e idealistas; vuelve a agarrarse de cualquier cosa cerca (incluso de alguna compañera cercana) y espera, valiente, que todo le caiga encima... paf, auch... se acabó.
Más difícil es cuando ella te mira y tu vuelvas al ridículo. Mañana pasará, digo; pero Ramón sabe que no, que mañana será aún más jodido... y que al final de la noche todo caerá y caerá. Como siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario