lunes, 20 de abril de 2009

Hablando de teatro...

Es cierto que Ramón ama el teatro. Pero sobretodo ama, en cada puesta que asiste, a una de la protagonistas. Siempre existirá alguna fémina que se lleve sus miradas nostálgicas y los aplausos más estentóreos.
En esa última visita se enamoró de una pequeña joven, frágil y pequeñita. De cabellos azabaches y piel tersa y brillante, cobriza, con una mirada que engaña cualquier vistazo superficial. Una voz potente y movimiento guturales y exóticos por no decir sensuales. Sus cabellos... demonios como Ramón sufre por los cabellos sueltos, color carbón, dejándose llevar por el cansancio y expresando algo más gracias al sudor que lo vuelve tentador y deseable.
Y siempre tiene que pasar por aquella situación. La penúltima vez que fue al teatro se enamoró de una mujer de casi 30 años, espectacular, también de cabellos negros, mirada desafiante que lo confinó a pensamientos impuros e inexpresables.
Pero no piensen que Ramón sufre sólo por las de cabello corto. La antepenúltima vez que Ramón fue al teatro, quedé perplejo al ver a una rubia inconvencional, vestida de rasta, con su trenzas y su cara de traviesa que confinó a una búsqueda de miradas perversas.
Lo cierto, y no sé cómo lo logra, es que Ramón termina por disfrutar y entender la obra en su totalidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al parecer Ramon tiene gustos de todos los tipos, y por lo q puedo apreciar, es muy facil de enamorar.. Ay.. Ramon, Ramonn!! .. me gusta esa profundidad q tienes al describir las cosas q te gustan!
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