Con mucha complacencia, Ramón se alegra de que Ernesto se haya acordado de ese encuentro en el Parque Lezama, una tarde otoñal de 1961.
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Recuerdo esas bancas que combinaban con cada uno de los elementos presentes, hasta con nuestros rostros melancólicos.
Cito una frase con la que recordé aquel pasaje, y con el cual recuerdo a Sábato esa tarde hermética, donde el humo de los cigarrillos dirigía la conversación:
"Esa tarde,(...) empezó a llover después de largo, ambiguos y contradictorios preparativos. (...); y los que, esperanzados y candorosos, aquellos a quienes les basta un invierno para olvidar el agobio de esos días atroces..."
Agradezco a Ernesto aquella precisa sentencia en la que claramente se deduce nuestro encuentro pretérito y la conversación que tuvimos aquellas vez sobre las preferencias estacionales. Un saludo aún más fraterno al poner los adjetivos: esperanzados y candorosos, con lo cual demuestra la intención de no hacerme quedar como el melancólico que conoció aquella vez.
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Ramón recuerda el rostro taciturno de Sábato, sólo eso y el cigarrillo en la boca de cada uno marcó ese encuentro en las postrimerías de la publicación de Sobre héroes y tumbas.
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