viernes, 24 de septiembre de 2010

24 de se(p)tiembre

A pesar de que la felicidad aparece como la búsqueda incansable del ser humano, ciertas "felicidades" están envueltas en un hálito de desgracia(s). Hay sacrificios, hay búsquedas que duran toda la vida (o gran parte de ella), que preceden a la consecución de la felicidad en cuestión. La imaginación humana sostiene que tras la desgracia la felicidad es plena; tras un gran dolor o pena viene el premio.

Sin embargo las desgracias son muchas veces parte de la felicidad. Se presenta en los grandes momentos en los cuales la felicidad ha desaparecido; muchas veces mientras somos felices, un hincón desgraciado nos hace saber que no somos completamente felices.

Y es que en realidad, somos muchos (sí, me atrevo a decir que son varios) los que no tenemos la prerrogativa de vivir la felicidad plena, esa que se encuentra exenta de desgracias. Como dice Lucy: "La ciencia todavía no ha puesto límite al tiempo que tiene uno tiene que esperar. Puede que esperemos para siempre". La felicidad cuesta. Hay que esperar.

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