sábado, 11 de septiembre de 2010

Diario y diariamente

Tres cosas para tomar de cuenta el día de hoy. 1) La mentira, el acto de hacerlo, nos atrapa a todxs. Aparece tras la esquina guiñándonos el ojo, llamándonos suavemente a realizarlo, a ponerlo en práctica. Lo jodido es saber que te han mentido; que tras una serie de suposiciones que asimilas con presteza, la realidad aparece tras tus ojos como una llamarada de cruel decepción. Adiós a la llamada de hoy. 2) Uno no puede controlarse a los gustos profundos. Lo descubrí ayer por la noche, cuando las miles de oportunidades que buscaba encontrar se simplificó en una iniciativa torpe, vergonzosa, y no sé hasta que punto viable para poder concretar un amor que nace de pequeños puchos, de conchitos abreviados. A seguir.

3) El diario personal parece una buena herramienta para un joven escritor que deserta a cualquier intento que se le presenta por los ojos. Escribir, no dejar de escribir, estar obligado a escribir, son algunas sentencias que el diario pone ante nuestras palabras materializadas en papel, en red. Pero como el propio Julio Ramón señala, es también la perdición de encontrarse con el perfecto fracaso que nuestra cotidianidad nos presenta. Es así que la primera tentativa de un diario siempre será un reflejo de nuestras primeras frustraciones, de nuestros constantes lamentos... ergo, de nuestros intentos por mandar todo al tacho.

Creo fielmente que el diario es una necesidad extrema para mí. Sistemáticamente se irá convirtiendo en un pequeño conglomerado de mis pensamientos; de una sazonada cotidianidad que pretendo compartir (a diferencia de los diaristas de antaño que lo hacían silenciosos, entre ellos y el papel) pues la virtualidad obliga a compartirlo día a día, esperando un comentario falaz o una amical ayuda. Acaso al comenzar este diario, escribir diariamente, o continuamente, no me lleve por los caminos que mi gran auto proclamado mentor transitó, ni me ayude a tener su fortuna literaria, ni sus viajes llenos de infortunio y amores foráneos... Al menos su energía, su fracaso dichoso pueda iluminar mis letras y esa motor de mis propias desdichas.

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